Autor y dirección: Antonio Hernández Centeno.
Intérpretes: Diana Palazón, Félix Gómez, Ricard Sales,
Cynthia Martín.
Escenografía y luces: Moisés Robles.
Teatro: Fernán-Gómez. (12.2.2011)
___________________________________________
Abogado y economista, Nacho se encuentra con Denis, un moderno pintor. Fueron compañeros en un colegio religioso, y el encorbatado insiste en citarse para una cena junto con sus parejas. Tras su despedida, vemos a cada uno en sus domicilios con los imprescindibles elementos a uno y otro lado del escenario.
En el lado izquierdo estará Nacho con su esposa, Marta, a quien comunica el acuerdo de cenar en casa de aquel viejo amigo. Ella es una desagradable burguesita; mona, elegante y arreglada de peluquería. La conversación entre ellos es vacía, como un matrimonio muerto, y el autor ha dejado muerto también su propio texto, decadente y sin tensión, como para invitarnos a curiosear a esta pareja; a los dos minutos los personajes ya nos desinteresan. Como cuando estamos en una terraza o en la parada del autobús, obligados a oir conversaciones ajenas y vulgares confesiones. En la otra casa –decorado horroroso-, Denis también se lo cuenta a Carmen, su compañera, entre conversaciones de informales tópicos referidos a su liberalismo sexual.
Juntas ya las dos parejas, sabremos, poco a poco, el oculto sentimiento de Nacho hacia Denis, quien a su vez es bisexual. Como se esperaba, llegaron en solitario a sus entregas amorosas. A modo de pasillo, hay en la mitad del escenario un cordón iluminado en el suelo -espantoso, verbenero-, que pensamos señala la separación de las casas. Isaac –el que da el título- fue entonces el compañero cuya feminidad le convirtió en víctima de burlas, de desprecios y acusaciones que le llevaron a la desesperación y a su suicidio. Nacho se vio obligado así a ocultar su homosexualidad.
El desarrollo y la conclusión de esta historia tiene originalidad en el embarazo de alquiler que Carmen aceptó –cobrando una fortuna y animada por Denis- para ceder el bebé a la estéril Marta. Hay algunos aspectos que nos atraen al llegar a desmontarse el cínico catolicismo en la sociedad de Marta, o el desastre final de la separación de las parejas.
Antonio Hernández tiene una cierta habilidad para construir diálogos, pero su texto es lineal, sin fuerza teatral en sus contenidos y de una inercia lingüística que conduce a la muerte de la literatura dramática. Una historia que podría servir para contárselo a un grupo de amigos tomando un café. El reparto procede -me dicen- de la pequeña pantalla, de modo que es muy probable que obtengan éxito, y lo dirige el propio guionista Hernández. Lo cumplen con la corrección habitual, que en realidad aquí consiste en decir limpiamente el libreto. Están mejor las dos actrices –como suele ocurrir-, tanto Cynthia Martín como especialmente Diana Palazón. Félix Gómez es también actor de tablas, lo que enseguida se nota. Esta obra sería suficiente con una sinopsis, porque la dramaturgia tiene la idea pero se desarrolla con escasa riqueza. Hay algunos momentos logrados, como el recuerdo de Isaac y, partiendo de ello, la aceptación definitiva de la oculta homosexualidad de Nacho en una escena de pasión con Denis; su búsqueda encuentra un final sorprendente. Pocas cosas.
Enrique Centeno
No hay comentarios:
Publicar un comentario