viernes, 19 de junio de 2009

Hedda Gabler *

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Autor: Hernrik Ibsen
Intérpretes: Ana Caleya, Rosa Savoini,
Lino Ferreira, José Luis Alcobendas,

Davis Llorente, Inma Nieto.
Escenografía: José Luis Raymond.
Vestuario: Ikerne Giménez.

Dramaturgia y dirección: Ernesto Caballero.
Producción: Galanthys Teatro.
Teatro: Círculo de Bellas Artes ( 6.7.2007
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Las acotaciones, o descripciones, son las lecturas con las que se inicia esta representación de Hedda Gabler, de Henrik Ibsen (1829-1906). Y, efectivamente, eso nos advierte de que lo contado no se podrá ver.
Estrenada en 1890, volvió el autor noruego a su realismo, a aquel nuevo teatro de duros golpes a las costumbres sociales, especialmente en defensa de la mujer. Causó escándalos, que ya había provocado anteriormente, con el más conocido portazo de una mujer, Nora, protagonista de Casa de muñecas.
Era la crítica de su mundo, y algunos montajes intentan ahora situarse en nuestros días. En esta ocasión, el espectador contempla un escenario blanco, un suelo de tarima, unas puertas ausentes y un espacio abierto, con el escaso mobiliario de sillas convencionales. En la representación que hemos visto, se pierde el testimonio de Ibsen para recordar aquel tiempo, pero que podemos trasladar nosotros mismos. El excelente escritor, Ernesto Caballero, la ha adaptado y dirigido entremezclando épocas, con un bonito vestuario que los personajes pasean por un espacio acrónico. Se minimiza el arrastre de Hedda hacia la tragedia. Este montaje parece un esquema sobre el texto. Se nos escapa la complejidad psicológica de una mujer cobarde, cruel y observadora de un mundo de falsedades. Lo interpreta una actriz a la que no entendemos, en su baja voz y cuyo texto se enfría hasta desaparecer. Todo el reparto –pelea dificilísima- se desconcierta en sus trajes de época, y sus ojos y cuerpos se mueven despistadamente. Como para pasar un examen de actores en esta escena vacía. (No relacionar con la escena vacía, de Peter Brook). Hay incluso pequeñas utilerías, como las pistolas de madera, evitando así las duras escenas de disparos o del suicidio. Espero que un día me lo explique el amigo Caballero. Es posible comprender la obra, pero no introducirse en su tensión.
Versiones de Ibsen en debilidad, originalidad o enterramiento. Es verdad que reconocemos a la víctima –Jorgen, el marido-, a quien le “levanta” la esposa Loborg -el antiguo amigo y amante-, y roba el trabajo de su marido. Es difícil poner en escena esta intensidad entre falsedades, violencias y disparos. No es suficiente, de ningún modo, que nos quieran contar el argumento en voces, cuyos personajes se escapan. En el estreno, se les respetó. Más bien un silencio.
Enrique Centeno

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