domingo, 26 de abril de 2009

Historia del soldado **

Le inspiró a Stravinsky esta sonata, de la que se encargó del texto Charles-Ferdinand Ramuz, en 1918, en uno de los conocidos cuentos rusos. En él se relataba el regreso de un soldado, uno de tantos que volvieron a sus casas al terminar la Segunda Guerra Mundial –entonces, con la Unión Soviética- detrás de cientos de miles de muertos en las batallas. A este soldado se le concedió un permiso, en el que se dirigió a su lejano pueblo. (De otro cuento, Prokófiev, su contemporáneo, creó la música de Pedro y el lobo, también una sonata con letra para un relator).
Historia de un soldado significaba una reflexión del músico sobre aquellos momentos de la posguerra. Siempre ha sido un compromiso y necesidad en las obras teatrales sobre los inocentes soldaditos. Los más conocidos son el Woyzeck (1813), de Büchner -se ha hecho también en ópera- y, un siglo después, Schweyk, en la guerra mundial, del también alemán Bertolt Brecht. Solo había visto en una ocasión esta hermosa Historia del soldado -se llama, generalmente, “de un soldado”- hace ya treinta años, con la dirección inolvidable de José Carlos Plaza.
En este montaje, el Teatro Guindalera ha elegido un estilo muy infantil. Su escenografía nos lo indica enseguida: un teatrito dentro del teatro, al fondo, con una embocadura construida con pintura y cortina telar que se abre y cierra, como un lugar de guiñoles. Sus movimientos, sus andares y acciones son amuñecados, y el relator utiliza voces con tonos y ritmos de cuentos para los niños. Esta elección puede, igualmente, contentar a los adultos, como pude ver en esta función, sin ningún niño presente. El público estaba enamorado. Pero se permitirá el desacuerdo con el director, Juan Pastor, con la ausencia de cualquier acercamiento: ni en el inocente soldado –igual que los de plomo-, ni en el figurado Diablo o el nuevo negociante; una huida del sentido de nuestro alrededor. Lo que oíamos era un cuento de los que se leen en la cama a los pequeños. Cuando una niña tenía seis años, escuchando un cuento muy suave –en esta misma interpretación-, para dormirla, protestó: “Pero no me lo cuentes así, sino normal”. Vaya corte. En cualquier caso, los actores hacen un buen trabajo, obedecen perfectamente al director, tanto El Soldado como el humorista y el mágico Diablo, interpretado por Kike del Río. Se escucha gozosamente la música de un cuarteto que lo interpreta estupendamente.
Enrique Centeno
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Autores: Stravinsky, letra de Charles-Ferdinand Ramuz.
Intérpretes: Morgan Blasco, Álex Tormo,
Kike del Río, Cristina Palomo.
Música: Pedro Ojesto (dirección), Marisa Moro (piano),
Beatrix Urban (violín), Marco Cresci (Clarinete).
Vestuario: Lupe Estévez.
Dirección: Juan Pastor.

Teatro: La Guindalera (16.4.2009)
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