viernes, 1 de julio de 2011

Monólogos de la vagina *

____________________________________
Autora: Eve Ensler.
Versión de Víctor Cremer.
Intérpretes: Maite Merino, Magdalena Broto.
Vestuario: María Teresa Rodríguez.
Dirección: Antonia García.
Teatro: Alfil. (7.9.2000)
___________________________________

El cerebro en la vagina


El sábado, camino del teatro Alfil, donde se representa esta función, se topó este crítico con un minibús que descargó a un grupo de unas veinte mujeres, procedentes de Cuenca, al parecer, y que entraron, festivas y escotadas, en uno de esos restaurantes eróticos que incluyen chicos macizos y desnudos en los postres. Me detuve a contemplar a ese serrallo inesperado: ahí sí que había monólogos y diálogos en la vagina. Yo no creo que sea ése el lugar donde las mujeres tienen el cerebro, desde luego, pero el espectáculo, que en el sexo masculino sería juzgado como de obsceno y denigrante (un ejemplo: se reprocha y penaliza a los autocares que acuden a la madrileña Casa de Campo para organizar la movidita con las prostitutas, en ocasión de la despedida de soltero, lo que es equivalente a esto que mencionamos); el espectáculo de este grupo de chicas apeándose entre risas a la puerta del local, decíamos, se ve con simpatía, con aprobación e incluso con aplauso.
    Ay, las vaginas. Al parecer, en la sociedad norteamericana estos monólogos poco menos que provocaron el escándalo y, con él, el éxito. Vaginas para pensar. Vaginas para amar u odiar. Para olvidarse del placer cuando se llega a cierta edad; para seducir, para ser seducida, perseguida sólo porque se posee ese conducto; incluso para aprovecharse de él, chantajear, encontrar empleo, birlar el hombre a una amiga, hacerse mirar y desear... Por dios, termina uno en esta función hasta el mismo coño –con perdón- de tanta vagina, que se menciona aproximadamente cada veinte segundos y hay un momento en el que todo huele a represión, insatisfacción y mentira. Por no mencionar escenas en las que se cae directamente en la vulgaridad de la revista cutre.
    Pues eso, que en Estados Unidos ha gustado mucho y que aquí se espera que siga el mismo camino. Ignoro el aspecto de Eve Ensler, la autora y actriz que estrenó esta cosa. No el de estas dos excelentes actrices que ahora lo hacen, Maite Merino y Magdalena Broto, en las que no resulta excesivamente creíble que las vaginas de los personajes que representan hayan podido marcar sus vidas.
Enrique Centeno

No hay comentarios: