sábado, 18 de septiembre de 2010

El Evangelio de San Juan **

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Autor, intérprete y dirección de Rafael Álvarez, "El Brujo".
Música: Javier Alejano (viola), Juan de Pura (voz), Kevin
Robb (saxo), Daniel Suárez "Sena" (percusión).
Iluminación: Miguel Ángel Camacho.
Teatro: María Guerrero (CDN). (16.9.2010)
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Bajo la tenue lámpara, sobre una mesa, examina, lee y corrige, con pluma de tinta, líneas nuevas sobre los tachados textos de los papiros. Son largos minutos en los que puede ser él mismo un astrólogo, brujo, o investigador que añade e interpreta las escrituras. Se incorpora después y da unos pasos con reflexiones, sentado en un pequeño taburete, acerca del pasado Dios, Él, a quien nadie conoce, no ha visto ni lo ha escuchado. Habla con una voz sonora –utiliza un micrófono, algo extraño en un teatro como el María Guerrero- sobre el misterio de la creación del Mundo, partiendo desde un Génesis en que San Juan repitió que en el Principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios. Joder. Va entonces cambiando el sentido mitológico, y mira hacia el público rompiendo el escenario y manifestándose ya como El Brujo, juglar, contador de historias entre verdades y mentiras, de gestos e ironías jocosas.
    La leyenda de los evangelios sirve a nuestro actor para explicar los testimonios de San Juan, y cada vez va asombrándose más, entre burlas. Entre paseos del Enviado, junto a los peregrinos captados, nombrará a los doce santos apóstoles. El Brujo va retratando a estos personajes, siempre sobre las lecturas, y ya todos en equipo, acompañarán al Hijo de Dios.
    Nos relata los episodios del Evangelio de San Juan, desde su aparición hasta su crucifixión, muerte, resurrección; lo inverosímil contado pero que tampoco vieron otros. El Brujo nos lo cuenta también a su manera, reconociendo que ya han pasado veinte siglos. La exageración, la fantasía, la invención con toda clase de detalles, como los milagros de los enfermos –Levántate y anda-, la fiesta de Canaá donde transformó el agua en vino (no contó aquí que también lo hizo entre el vino y su sangre), o multiplicando el pan y los peces para alimentar a cinco mil fieles.
    Anécdotas llamativas y disparatadas. Añade el actor que, verdaderamente, afirma que los mitos se crearon en el teatro, citando a Sófocles, Eurípides y Aristófanes –a quien puede que esté cercano El Brujo- sucedidos en esta obra teatral, como fue el de Jesús. Podría durar este espectáculo cinco o seis días, pero el resistente artista lo concluye en dos horas y cuarto, que sin embargo deberían reducirse. Su público no cesó de reír, al menos durante la primera hora.
Enrique Centeno

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