jueves, 26 de agosto de 2010

Fuenteovejuna ***

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Autor: Lope de Vega (Adapt. Juan Mayorga)

Intérpretes: Cristina Plazas, Jordi Bosch, Domènec de Guzmán,
Pepo Blasco, Santi Ricart, David Martínez, María Molinas,
Carmen Poll, Òscar Rabaandan, Marco Aurelio González,
Jordi Puig "Kai", Roberto Quintana, Pep Jové, y otros.
Vestuario: Maria Araujo.
Escenografía: Bibiana Puigdefàbregas.
Dirección: Ramón Simón.
Producción de la Compañía Nacional de Cataluña.
Teatro Pavón (CNTC) (21.9.2005)
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Doce años después de su puesta en escena, la Compañía Nacional de Teatro Clásico montó Fuenteovejuna, cuya adaptación hizo el gran poeta y estudioso del verso Carlos Bousoño. La obra de Lope se puede ver de nuevo con la Compañía Nacional de Cataluña, invitada por la CNTC. En aquel citado estreno, escribimos en la crítica: “Al fin Fuenteovejuna: era como una deuda de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, junto a otros títulos forzosamente pendientes que sin duda nos dará. Se ha montado en clave de tremenda belicosidad, y no es extraño, porque la aproximación de la obra a nuestros días no podía sustraerse al momento histórico que vivimos, donde los abusos de poder, la tropelía, la guerra casi feudal o el integrismo, que es lo mismo, traen cada día una nueva tragedia incluso en la vieja Europa. Sin duda, la aportación principal de esta manida y magistral obra, es la iconografía, en la que es fundamental la labor de Carlos Cytrynowski, [1939-1995], que demuestra una vez más su talento creativo y singular, un verdadero lujo en medio de la general vulgaridad repetitiva de nuestra escenografía”.
    Las referencias citadas y el estreno de ahora, coinciden en el valor de Lope contando el hecho histórico de un siglo anterior, pero del que no evitó, como siempre, el homenaje en su monarquía. El texto famoso y magistral, es dicho en este montaje de un modo ejemplar: como sucede a todos los actores, formidable reparto con el envidiado personaje -por todas las actrices- de Laurencia, con la maestría y fuerza dramática de Cristina Plazas, a la que ya conocíamos. Un vestuario intemporal, distante pero con contrastes de ambientes, es hermoso en su bella iluminación. Una modesta dirección monta las acciones y diálogos entre sus personajes en una escenografía pobre, inútil, ausente: lo  seguimos viendo casi siempre en estos hábiles trabajos de bricolage. Prescindiendo de estas faltas, el montaje es, tras años, un buen espectáculo, como es normal en la CNC.
Enrique Centeno

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