domingo, 1 de mayo de 2011

La increíble historia del Doctor Floiy & Mr. Pla *

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Autor y dramaturgo: Albert Boadella.
Compañía Els Joglars
Intérpretes: Jesús Agelet, Xavier Boada, Jordi Costa,
Ramón Fontserè, Minnie Marx, Montse Puig, Dolors Tuneu,
Jordi Rico, Pep Vila.
Iluminación: Bernat Jansà.
Dirección: A. Boadella.
Teatro: Albéniz. (6.2.2002)
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Soflama reaccionaria




Creo que era el único espectáculo de Els Joglars que no había visto: una avería física me retuvo en casa durante un tiempo, y sentí no poder acudir al María Guerrero cuando se representó, en 1997. He podido asistir en esta ocasión en la reposición de La increíble historia del Dr. Floid & Mr. Pla . Flanqueado en el patio de butacas por los guardaespaldas de doña Ana Botella y con una sala en la que centenar y medio de los cachorros del PP habían acudido a jalear –gritos de piel roja, piropos hiperbólicos- cada vez que en la función se hacía un desprecio al catalanismo, al escritor Josep Pla, y a la propias nación catalana.
    Ya sabemos que Boadella se ha convertido en un españolista, un renegado de su propia cultura, alguien que fomenta los más bajos sentimientos ideológicos, lo mismo en Burgos o en Valladolid (él se queja de que en Barcelona no le hacen caso, claro). Pero posiblemente no sea necesario repartir entradas en la calla de Génova para que los nuevos jóvenes nacionalistas acudan a elevarle a los altares. Este hombre ha perdido el norte, ha pasado de ser un digno bufón a convertirse en uno más de los abanderados del conservadurismo. Pobre Yorick. Qué pena. Qué error el que todas las gentes del teatro nos movilizáramos para evitar las represalias franquistas que Els Joglars padeció, porque se tiene la impresión de que hoy no vale ni un solo litro del gasoil que utilizamos en su día para llevar nuestras furgonetas frente al Ministerio de Información y Turismo –así se llamaba- para quien sería después un perfecto desagradecido.
   
Quedémonos en su Alias Serrallonga, en  Laetius, en La Torna. Pasó después Boadella a aborrecer su progresía, pero el paso que ha dado con este montaje, y más aún con la ceremonia preparada la noche del este estreno. La próxima idea, sugerimos que debería hacerla en la Plaza de Oriente.
    Habrá que comentar algo del espectáculo, claro está, porque esto es una sección de crítica teatral –que jamás se apartará de su función social-. Es como un sainete de telones pintados, de chistecillos a la manera de Paco Martínez Soria, rancio, fácil de irreverencia tabernaria hacia Pla, hacia Cataluña, hacia nuestra propia historia. Conozco tabernas donde se escuchan cosas así cada día, esas que Boadella ha escrito en un alarde de poca cosa, de juguetillo renegado, de ideología acabada. Y sus grandes actores empeñados en ser caricaturas, componiendo este lamentable espectáculo vacío, hueco, como un eructo crepuscular, que es lo que se anunciaba ya en su siguiente espectáculo, Daaalí. En los saludos finales el público, ya citado, le aclamaban, y a él se le veía feliz. Gloria a Dios en las alturas.
Enrique Centeno


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