jueves, 21 de mayo de 2009

La boda de los pequeños burgueses **

Es la más conocida obra de Brecht en sus siete Teatros en un Acto. Aquí miró alrededor y fue duro con La boda de los pequeños burgueses, utilizando el humor continuo, jocoso y burlón. En este estilo casi no le reconocemos. Representa una fiesta ridícula de convidados felices. Exhibicionistas con sus vestuarios y, finalmente, con esos chistes y gamberradas que surgen de sus voces olientes de vino y champán. La obra fue un ataque brutal, tan ácido, que causó el escándalo.
La historia de esta boda se desarrolla en los años treinta y cuarenta, un tiempo pasado que debería servirnos para comprender también nuestro momento. Es posible que, igualmente, dentro de cincuenta años cause la ridiculez. Una semejante inspiración devolvió la destrucción ideológica sobre una boda famosa que creó la Compañía Animalario. Aquella gloriosa obra se tituló Alejandro y Ana, con el subtítulo desternillante de Lo que España no pudo ver del banquete de la boda de la hija del presidente. Menos mal que se pudo ver por televisión la ceremonia. Aquel espectáculo se representaba en un salón de bodas auténtico, aunque seguro que hubieran preferido hacerlo en la catedral de El Escorial, con la gran mesa de la La boda de los burgueses, pero aquí sería de la alta burguesía y la aristocracia. Los estupendos actores representaban a los cargos políticos, a los banqueros, empresarios y clérigos. Tras la cena, todos ellos gritaban verdaderas frases de lucha, en enfrentamientos partidistas y ambición del poder. Verdaderamente, sentímos una cámara oculta, aunque sabíamos que era una historia: teatral o no. Los espectadores se colocaban en mesas, y se dedicaban a contemplar a los principales asistentes. Los ridículos personajes bien nos recordaban a la acidez de Brecht. De otro modo, podemos citar algo similar con un grupo de amigos y familiares en una estupenda obra, Siempre fiesta, estrenada en la sala Cuarta Pared hace tres meses.
Esta compañía canaria busca las comedias y la diversión ligera, como en su montaje anterior de Mariveux, Juegos de amor, que pudimos ver también en el teatro Galileo, de Madrid. Su curioso nombre es el de “Profetas de mueble bar”. Precisamente, en esta Boda de Brecht, al novio se le van rompiendo todos los muebles que él mismo ha construido, con orgullo, en su propia casa ante la presumida novia preciosa de traje blanco -ya embarazada-. Y todo se va rompiendo, una ruina que utilizan los del banquete para burlarse: en el desastre se van cayendo las sillas, el sillón y al final, la cama –ya fuera de escena- concluyendo así esta noche de boda. Y, junto a estas burlas, van desarrollándose las discusiones, los gritos hasta la pelea física de todos los convidados ya bebidos; incluso la novia embarazada. En este montaje todos son un tipo de payasos graciosos, sin utilizar la realidad de entonces o la de ahora, pero la especie de circo consigue la diversión del público.
Enrique Centeno
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Autor: Bertolt Brecht.
Versión y dirección: Juan Ramón Pérez, Fernando Navas
y Carmelo Alcántara.
Intérpretes: C. Alcántara, Gloria Fuentes, Minerva Santana,
Víctor Formoso, Rosa Escrig, Carmen Sánchez, F. Navas,
José Luis Rubio, José Manuel Trujillo.
Vestuario: León Revuelta.
Compañía Profetas de mueble bar.
Teatro: Galileo (206.2009)
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