lunes, 27 de junio de 2011

Otelo ***

______________________________________________
Autor: William Shakespeare.
Versión de Luis García Montero.
Intérpretes: Juan Manuel Lara, Antonio Garrido, Irene Pozo,
Eduardo Velasco, Marilia Samper, Francisco Morales,
Luis Ruiz-Medina, Luis Centeno, Julián Ternero, Eva García-Vacas,
Juan Duque, Rafael Galán.
Vestuario: Mercè Paloma.
Escenografía: Vicente Palacios.
Dirección: Emilio Hernández.
(Centro Andaluz de Teatro)
Teatro. La Comedia. (5.5.2001)
_____________________________________________________



Más allá de los celos

Solo el arte teatral puede continuar vivo partiendo de autores del pasado. Por eso una ópera –pongamos por caso el Otelo, de Verdi- sirve para hacer monumentos al conservadurismo, para que la aristocracia aficionada se mire en las plateas con la única rivalidad de estar de acuerdo o no en el metal de la orquesta, el aria de tales o cuales cantantes, el tenor divo de turno o la soprano han bordado su monólogo o lo han estropeado: el arte viejo, ese que perpetúa viejos esquemas para unos cuantos selectos espectadores. Lo que arranca el teatro es otra cosa: la reinterpretación de un texto de hace cuatrocientos años, su vigencia, lo que hoy nos toca las tripas y lo que a todos nos importa, a los miles y miles de espectadores que no precisan, para su comprensión, sino ver en cada obra el espejo de cada día.
    El comentario viene a cuento porque Otelo, de Shakespeare, es una grandiosa tragedia que hace muchísimos años que no se ve en nuestros teatros; y también porque este montaje es una visión contemporánea alejada de fáciles clichés operísticos. El Centro Andaluz de Teatro ha querido ver qué es lo que en realidad nos importa hoy sobre aquel moro de Venecia, porque más allá del tema de los celos hay instalados en la obra del bardo inglés análisis sobra la ambición, el poder, la traición y la corrupción que con frecuencia se obvian, posiblemente por una cultura tan esquematizada como la operística.
    La creatividad, el genio y la apuesta del director, Emlio Hernández, no tienen porqué abocar forzosamente en el acierto. Una escenografía incomprensible –compuesta por una amalgama de cajas acústicas en un espacio desnudo-, algunos irritantes actores de exhibicionismo enfermizo, o una adaptación libérrima, de Luis García Montero, bien escrita pero que niega demasiadas cosas, son defectos importantes. Y, a pesar de todo, estamos ante un hermoso espectáculo, con algunas escenas antológicas y donde, sobre todo, se desentraña la pasión y la inquietud del propio Shakespeare para que todos continuemos sabiendo por qué es el genio universal de la escena de occidente.
Enrique Centeno

No hay comentarios: