domingo, 9 de mayo de 2010

El público ***

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Autor: García Lorca.
Intérpretes: Gabriel Latorre, Pedro Rebollo, Javier Aranda,
Alfonso Pablo, José Carlos Álbaro, Rosa Lasierra, Gema Cruz.
Vestuario: Beatriz Fdez. Barahona.
Escenografía: Tomás Ruata.
Dirección: Carlos Martín.
(Teatro del Temple)
Teatro: Fernán-Gómez. (5.5.2010)
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Antes de iniciar la representación, la compañía Teatro del Temple se dirige al público por altavoces, anunciando, junto al propio valor de la obra, que se encontrarán ciertas dificultades –como así será- para seguir el íntimo sentimiento de este texto. Afectuosamente, sugieren sentarse cómodamente y con un sentido tranquilo y gozoso. Palabras que evitarán sorpresas a veces incomprensibles.
    El texto póstumo de El público lo conocíamos siempre a través de la publicación en la Obra Completa de Edición de Aguilar (1965). García Lorca no llegó a terminar esta comedia, aunque la leyó privadamente en 1930, y finalmente en Madrid unos días antes de marchar a su ciudad de Granada, donde fue asesinado. Sigue incompleta, entre correcciones y líneas separadas, en manos de hispanistas, tanto en Inglaterra, Estados Unidos o México, con algunas diferencias. La primera vez que nos llegó con ampliaciones, ordenación y errores, como con la trascripción de los manuscritos, fue con la publicación de R. Marínez Nadal (El público y Comedia sin título, Seix Barral, 1978), que nos acercó un poco más a este poético teatro.
    Al protagonista de la obra, El Director, le oiremos llorar, porque “mi teatro será siempre al aire libre. Pero yo he perdido toda mi fortuna”. El primer diálogo de la obra -Cuadro Primero-, es esa ironía triste, ese fracaso o la frustración:
                                      El criado.- Señor.
                                                   Director.- ¿Qué?
                                                   Criado.- Ahí está el público.
                                                   Director.- Que pase.

    Y es así, exactamente, el último diálogo de la función, donde buscaba ese teatro al aire libre: “…Pero yo he perdido toda mi fortuna”. Nuestro autor, en su permanente surrealismo -tan difícil de descubrir- pide un teatro bajo la arena. Son títulos cercanos el de Así como pasen cinco años (1930), y Comedia sin título, de1936. (Estrenó El público Lluís Pascual en el María Guerrero, de Madrid -1984-, donde vació todo el patio de butacas cubriéndolo de arenas azules). Una metáfora que ya había creado el poeta durante su residencia en Estados Unidos (1929-1930), entre sus sueños y visiones de versos dramáticos: “Arena, caimán y miedo sobre Nueva York”.
    Máscaras, transformaciones, desapariciones en un biombo de decorados cambiantes, prestidigitaciones, animales o amantes –actores con personajes sin nombres-, caballos o los amantes de Romeo y Julieta. Imágenes trágicas de la Pasión de Cristo, de la muerte y de la sexualidad.
    Es imposible reproducir esta obra, en cualquier caso emocionada, bellísima, entre la traducción y la plástica. Necesariamente debe montarse con mucho talento, con comprensión y posible acercamiento, incluyendo al público. Lo hace así esta compañía del Teatro del Temple, quizá el mejor de sus montajes, bajo la dirección de Carlos Martín, con un grupo de excelentes actores, en disfraces de precioso vestuario y brillante escenografía. Vale la pena acudir a ver esta función.
Enrique Centeno

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