martes, 28 de febrero de 2012

La señorita Julia **

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Autor: August Strindber.
Adaptación y dirección: Manuel De.
Compañía Saraghina de Stalkeer.
Intérpretes: No figuran.
Teatro: Círculo de Bellas Arte. (22.2.2011)
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Da abajo a arriba
El Círculo de Bellas Artes dedica un homenaje al centenario de la muerte de August Strindberg (1849-1912), con la representación de varias de sus obras, iniciándolo la compañía extremeña con  La señorita Julia.
    Tiene una atractiva y acertada cocina: en  primer término estarán aquellas botas altas del conde, elemento que pidió el autor. Es la presencia de la superioridad; el criado –Juan- y la Señorita forman una especie de triángulo con las botas, donde se producirá el enfrentamiento entre ambos. El dueño, el aristócrata padre,  no aparece nunca, pero ahí está en forma de botas de montar y que Juan  limpiará varias veces. Al suelo se le  ha dado forma de losetas en damero. Y nos parece un tablero donde se avanza, se cruza o se vence en la cocina de esta mansión; el juego concretamente en aquella La Noche de San Juan. Y anda por ahí la inteligente cocinera Cristina, novia del servidor; la queremos, sabemos que de todo se daba cuenta.
El problema de este montaje se trata de que Juan debe representarse como un hombre fuerte, consciente y con un interior estratégico. En el primer momento de la aparición de Julia -reprimida, juguetona y ardiente-, sabrá que  “los primeros serán los últimos”. Y el actor –no podemos citar a nadie del reparto, cuyos nombres no aparecen- hace un personaje -o así se lo han encargado- humilde y más bien simple en su inocente apariencia. Este crecimiento de Juan tarda demasiado en arrancar: de la sumisión a la victoria, la clase baja contra la alta. Llegará a ir dominándola hasta follársela encima de la mesa. Un desarrollo que Strindberg  produjo rechazos en sus representaciones. Hay un momento en el que ella empieza a notar su vencimiento, a llorar y a rogar sin encontrar salida. “He visto al halcón”.
    Es la ascensión y el desprecio –“¡puta!”-,  que en su sentido interno continuará sacando brillo a las botas, pero que tiene en conciencia su permanente oposición. A Julia la interpreta bien la actriz, demasiado joven para este personaje destrozado a los treinta y tantos años con el fracaso y el ansia por el amor y el deseo.
Enrique Centeno

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