sábado, 5 de septiembre de 2009

Desventuras conyugales de Bartolomé Morales **

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Autor: Ruzante. Dramaturgia de Ángel Facio.
Intérpretes: Juan Carlos Castillejo, Rafael Núñez,

Sergio Macías, Ernesto Ruiz, Alfonso Delgado,
Gloria Villalba.
Vestuario: Begoña del Valle-Iturriaga.
Escenografía: Javier Turrado.
Dirección: Ángel Facio.
Teatro: Español. (31.1.2007)

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El pobre Bartolomé es la víctima inocente del campo, del ejército, de la iglesia, del negociante y, además, de esas mujeres que se burlan y buscan el abandono a este rústico, inocente y torpe. El escritor Ruzante -otro loco que desarrolló en el siglo XVI las historias populares como nuestro Lope de Rueda, de historietas en los Pasos, breves como los Entremeses-, conocido italiano –bastardo, de su padre y la criada- perdió, con su famoso personaje, hasta el propio nombre, Angelo Beolco. Sobre sus textos, el director Ángel Facio adapta, con algunos cambios libres, al Bartolomé Morales. Esta función de aquellos cómicos que en sus caminos actuaban sobre unas tablas y con una simple manta, lo ha montado ante la casa, con puertas y ventanas, cambiando los cuatro diferentes cuadros, y situándolos lo mismo en Valencia como en La Mancha. Y se reúne, en la sala pequeña del teatro Español, una compañía de seis excelentes intérpretes que crean sus trece personajes. El resultado es divertido, brillante, crítico y un burlón ataque a los poderosos, incluyendo, naturalmente, a la mujer conyugal tremenda y cruel hasta con la explotación de su cuerpo. Pobre Bartolomé.
Aquellos Pasos le sirvieron y aprovechó Facio cuando se censuraba y se perseguía al teatro comprometido desde los años 70 -lo marcó el Teatro Independiente-, al principio de esta década, para montar el Juan Buenalma, de Lope de Rueda, aparentemente inocente. Pudo engañar y conseguir el permiso a la Junta de Censura, con la compañía Los Gallardos que el director había fundado al inicio de aquel movimiento -si no me equivoco, en el desaparecido teatro Benavente, de Madrid-, con una durísima visión sobre las originales.
Aquí el resultado es más suave –con la habitual aspereza de Facio, humorística- con la historia aún viva del arriba y abajo, explotación y vigilancia. Claro que Bartolomé Morales ha perdido a su Juana –ellos son, estupendos, Juan Carlos Castillejo y Gloria Villalba- en manos de los empresarios, los eclesiásticos, el ejército o hasta el mismísimo Cielo con la Virgen de la Gloria, junto al propio San Pedro o Santiago. Ya puede entenderse la calificada juerga del espectáculo, cuya calidad de su totalidad –escenografía, vestuario, bailes y ritmos de sus tambores y dulzainas- consigue un jolgorio burlón que divierte a los asistentes entre carcajadas, y que despiden la función con fuertes aplausos.
Enrique Centeno

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