miércoles, 23 de marzo de 2011

Falstaff **

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Sobre textos de William Shakespeare .
Adaptación de Marc Rosich.

Intérpretes: Chema Adeva, Raúl Arévalo, Jesús Barranco,
Sonsoles Benedicto, Alfonso Blanco, Pedro Casablanc, Alfonso
Lara, Andrés Lima, Carmen Machi, Rebeca Montero, Rulo Pardo,
Ángel Ruiz, Alejandro Saá.
Escenografía: Beatriz San Juan.
Iluminación: Valentín Álvarez.
Dirección: Andrés Lima.
Teatro: Valle-Inclán (CDN). 18.3.2011
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Carnen Machi, en Doña Rauda
 Ha querido Andrés Lima –junto a Marc Rosich- adaptar la Primera y la Segunda Parte del Rey Enrique IV, de Shakespeare. El personaje de Falstaff ha sido una tentación para diversas adaptaciones, al igual que la ópera bufa de Verdi.
    Lima, director y actor, ha inventado El Rumor, personaje realista que él mismo interpreta, y que irá contando, entre interrupciones y opiniones, escenas que no se verán, acerca de los acontecimientos de la trágica historia que escribió Shakesperare. Y lo hace como dramaturgo, o sabio dios, con cuartillas sobre la mesa que va mirando bajo un flexo, casi siempre adelantándose entre las tablas y dirigiéndose al público como un juglar de hoy, vestido con traje de corbata. Este procedimiento podrá servir para conocer los diez actos del original: o como esos cuentos resumidos para niños, en esta función que durará cerca de tres horas. Este personaje llamado Rumor es aburrido, pesadísimo en su pretendido encanto. Tanto, que escuchamos con respeto, aunque algunos espectadores prefirieron, la noche del estreno, ausentarse durante el intermedio. En numerosos momentos, el siempre barrigón Falstaff hace reír, desde su entrada por el patio de butacas con una nariz de payaso entre el público del circo, aunque pronto veremos su carácter de borrachín, juerguista y putero, pero mostrando su inteligente visión sobre la corte de Inglaterra y sus guerras.
    Gran parte del éxito –será legítimo que lo logren- se deberá a la formidable creación que hace Pedro Casablanc, que, por cierto, en su caracterización nos recuerda al Falstaff de Orson Welles en su Campanadas a media noche. En realidad, todo el reparto hace milagros para subir esta función, a pesar de los conocidos y admirados actores. Lo cómico va cansando, deja de sorprender, y, afortunadamente, se detienen en momentos magistrales de Shakespeare sobre la ambición política, la podredumbre y la traición hasta la batalla de los muertos. En la representación, los versos se respiran con emoción. Pero luego se van otra vez. Vamos esperando a que lleguen a la meta para aplaudir y marcharnos. Pero se añadirá aún una escena, inventada, en la que se representa la muerte de Falstaff, más allá de su condena al destierro por el nuevo Rey Enrique V. Esta escena tiene una hermosa expresión entre el humor y el drama del seboso protagonista.
Enrique Centeno

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