martes, 30 de diciembre de 2008

Barroco *

De espaldas al aire, al fondo en un contraluz, Blanca Portillo inicia la función en un largo monólogo, para señalar la no acción, que veremos, con la tal marquesa frente al vizconde (Asier Etxeandia). Quizá, estos prolongados textos individuales, y sus posiciones alejadas, obliga a utilizar los micrófonos durante toda la obra: no nos gustó eso, pero aun así, la admiramos, como siempre, con su riqueza de juego corporal y voz poética.
A pesar de estos actores, los interminables parlamentos, con buenas facultades de tonos en ambos -el narrador o testigo apartado lo hace también muy bien Chema León- nos cansan, y el título de Barroco no tiene relación alguna con la plástica de contraluz y lentitud. La idea es del original muy conocido de Las amistades peligrosas, de Christopher Hampton, quien adaptó la novela de Pierre Choderlos Laclos al teatro, y que después se trasladó a la pantalla. (Hace seis años se vio el montaje entre nosotros con Amparo Larrañaga, Maribel Verdú, Toni Cantó y otros, dirigidos por Ernesto Caballero. Pero vino el Theatre National… y se olvidó todo). Darco Lukic y Tomaž Pandur han hecho una versión muy reducida del argumento, y que aquí han dedicado a su título, simplemente a este incomprensible Barroco. El amor y el odio, la ternura y la violencia hasta la crueldad. Una lucha entre el hombre y la mujer. Hay una fuerza íntimamente tensa –ha hecho su coreografía Nacho Duato- y una creación musical potente. El encuentro de los personajes se cubre entre un fuerte y prolongado diálogo. Y una escenografía consistente en un panel panorámico de colores grises, movible y extendida a todo lo largo del espacio. Una plástica para contemplar –con un alarde de iluminación, semejante a la utilizada por Bob Wilson-, similar a los fotogramas de una película en cinemascope. Unido a este esteticismo, el vestuario negro juega con el expresionismo. El conjunto perfecto no encuentra el vuelo en este regalo de oro negro envuelto con envase de mirra. Nos fatigamos, miramos con placer las postales o cuadros interminables e imposibles en una exposición de dos mil dibujos en blanco y negro. Una multiplicación imposible para nadie.
Enrique Centeno
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Autores: Darko Lukiz y Tomaz Pandur
Traducción de Álvaro García Meseguer.Intérpretes: Blanca Portillo, Asier Ttxeandia,
Chema León.
Música: Silence.
Coreogr.: Nacho Duato.
Escenografía: Numen.
Vestuario: Andelina Atlagic.
Dramaturgia : Livia Pandur.

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