miércoles, 10 de diciembre de 2008

Molly Sweeney ***

Esta Molly tiene unos ojos vivos y alegres en su ceguera, desde los comienzos de su vida. No ve luces ni sombras, imágenes o colores. Tiene ya más de treinta años, y sabe bien conocer y contemplar a las personas, adivinar las flores con sus perfumes o con sus suaves caricias. Molly -María Pastor- enamora a quienes la rodean como un espejo, con quien se casa Frank -Raúl Fernández-, un personaje curioso, hablador sin pausa, incomprensible a veces, desconcertado y cuidándola en todo momento. Tras sus amores, un matrimonio feliz entre bailes y alegrías, esa vida tranquila les causa una intensa comunicación. El doctor Rice, oftalmólogo –José Maya-, nos cuenta la historia de esta mujer, mientras Frank nos habla de su transformación que, progresivamente, fue cambiando su mundo y su vitalidad. Lo que sucedió fue el deseo del cirujano en devolver la vista a Molly.
Los dos personajes ocupan los extremos del escenario y en el centro ella. En este triángulo vamos viendo la transformación de sus sentidos vitales. La obra es dulcemente cruel, un drama que emociona. No es ya la ceguera en sus miradas, sino que ahora está apartada de todo su mundo. Esta obra no tiene piedad en su drama, casi cruel, que mantiene el silencio en el último oscuro.
Son como una especie de cuentacuentos, aunque se introducen los personajes. El título de Brian Friel -Irlanda del Norte, 1928-, es una inspiración del relato de Chéjov, el ruso al que adora este teatro de La Guindalera, en cuyo anterior montaje, formidable, tomó al mismo autor y al mismo Chéjov en El juego de Yalta. Como entonces, Juan Pastor cuida y muestra su dirección de actores, que dan prácticamente lecciones a tantos famosillos, ajenos a sus conocimientos de la interpretación. Aquí son sus voces trabajadas, su comunicación, la traslación a sus personajes y sus gestos austeros frente al público. Casi una hora y media, los espectadores permanecen inmóviles, sin que se escuche su respiración. Los intérpretes se van creciendo, tanto por sus silencios como por su técnica chejoviana. Se aplaude al final de la obra, tras el último oscuro, con lentos aplausos, como si no se quisiera desear la dureza poética: después lo hacen entusiasmados.
Enrique Centeno
___________________________________
Autor: Brian Friel (Basado en Chéjov).
Intérpretes: María Pastor, José Maya, Raúl Fernández.
Espacio, iluminación y dirección: Juan Pastor.
Teatro: La Guindalera. (7.11.2008)
____________________________________________

No hay comentarios: