sábado, 3 de octubre de 2009

¿De cuándo acá nos vino? ***

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Autor: Lope de Vega.Versión: Rafael Pérez Sierra
Intérpretes: Ernesto Arias, Diego Toucedo, Raúl Ortiz, Adolfo

Pastor, David Boceta, Joaquín Notario, Pedro Almagro,
José Luis Santos, Miguel Cubero, Alejandro Saá, Pepa Pedroche,
Eva Rufo, Toni Misó, Isabel Rodes.
Músicos: Arreglo: Alicia Lázaro. Melissa Castilla (violín barroco),
Josías Rodríquez, (guitarra barroca archilaúd), Héctor Castillo
(Violone), Rodrigo Muñoz (Percusión).
Coreografía: Nuria Castejón.
Imagen vídeo: Fernando Embid.
Vestuario: Pedro Moreno.
Escenografía: José Manuel Castanheira.
Dirección: Rafael Rodríguez.
Teatro: Pavón (CNTC). (30.9.2009)

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Apenas una docena de comedias entre los cientos de Lope de Vega, son las más conocidas y repetidas en la programaciones. Son temas que siempre se basan en el enredo del amor, esas invenciones cuyos tipos son los habituales -la dama, el galán, los graciosos o la madre comprensiva y el padre barbas-, donde conocemos que todas las historias llegan al triunfo de las parejas para sus casamientos. Son sus continuas creaciones, páginas hasta setecientas cuarenta obras. En tono humorístico, cualquiera pensaría que, a pesar de la velocidad, este sacerdote debía escuchar numerosas informaciones en su confesionario.
La falsificación de los nombres, las transformaciones de sexo, de origen familiar o de mentiras amorosas, son bien conocidas en estas comedias. Pero sorprende este procedimiento en ¿De cuándo acá nos vino?. Una joven madre que aquí no ayuda, sino que desea amar y mentir; un falso galán que se hace pasar por sobrino; la tía que lo hace hijo de su hermano y aparecen hasta gemelos. Las coyunturas son continuas, de modo que no adivinamos a Lope de cuándo acá nos vendría el final. Es lo más original de esta comedia –que no es de capa y espada- que ha sido rebuscada entre sus obras completas. Aunque los versos no son aquí muy extraordinarios en métricas y estrofas, son suficientes para esta magnífica obra. El espectador disfruta este humor, tan disparatado que debemos escuchar con mucha atención para seguir esta locura.
Ha diseñado la escenografía José Manuel Castanheira, una construcción de telones y bastidores pintados que los propios actores trasladan o instalan logrando espacios ocultos, diferenciando y recreando los lugares de las escenas. Hemos empezado a ver montajes donde busca lucirse el diseñador, que sirven igual para tragedias, amores de comedia, salones o bailes. Castanheira ha huido del realismo, como es natural, con un retrato abstracto e imágenes que van marcando los diferentes lugares: calle, casa, lugares para danzas o interiores, con los azules, blancos o rojos, una expresión verdaderamente bella y útil. En la última escena domina un telón, panorama, que desea buscar la fiesta final, una pintura graciosa, viva en el estilo de Mompó. Colabora una excelente iluminación –José Manuel Guerra-, y allí están los personajes con precioso vestuario, creaciones por el siempre admirado Pedro Moreno.
Comienza la función con un baile que nos anuncia la diversión, en una coreografía vivísima, de Nuria Castejón, así como el clásico final –ahora no se quiere hacer descanso, o pausa que separe los tiempos- con canciones y músicas, sobre todo populares, con llamativos instrumentos barrocos que ha adaptado, como siempre, Alicia Lázaro. Todo el reparto, catorce intérpretes, hacen un excelente trabajo en los personajes, especialmente la madre, la dama o la servidora -Pepa Pedroche, Eva Rufo e Isabel Rodes- o los buenos actores como Joaquín Notario –el Capitán- o los galanes Ernesto Arias y David Boceta. Los dirige muy bien Rafael Rodríguez, con cuidadosos ritmos, gestos y movimientos que consiguen una estupenda comedia.
Enrique Centeno

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