sábado, 19 de diciembre de 2009

La viuda valenciana *

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Autor: Lope de Vega.
Dramaturgia y adaptación: Antoni Tordera.
Intérpretes: Alicia Ramírez, Cesca Salazar,

Alegre, Pepe Miravete, Jaime Linares, José Montesino,
Paco Gisbert, Juanjo Prats, Panchi Vivó, Fran Guinot
Juansa Lloret, Reyes Ruíz.
Escenografía: Manuel Zuriaga y Josep Simón
Vestuario: Pascual Peris.
Iluminación: Juanjo Llorens.

Dirección: Vicente Genovés.
Teatres de la Generalitat.
Teatro: Pavón. (19.12.2009)

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Tenía Lope de Vega 28 años cuando fue desterrado de Madrid. Fue un trolero que, por interés personal, difundió la falsa inmoralidad de una dama. Tal fue la razón de que el comediante fuera alejado de Madrid. Marchó a Valencia, y allí permaneció, durante dos años, sin cesar de escribir. Le fascinó –como a todo el mundo- esa ciudad alegre y teatral. De Castilla al Mediterráneo, el Fénix ambientó sus obras de capa y espada o de amor. A veceAñadir imagens recordó tanto la ciudad del Turia -tópica denominación de su río, al que se cerró su caudal-, que la dedicó otros títulos. Uno de los mejores, años después, fue Los locos de Valencia. Se montó en la Compañía Nacional de Teatro Clásico - la de entonces, en 1986- con un brillantísimo espectáculo.
La viuda valenciana ha sido montada por los Teatres de la Generalitat, y pensábamos ver esta historia de disparatados enredos junto al mar de esta ciudad de cielo azul mediterráneo y alegres vestuarios. Pero no se ha querido hacer así, sino en una escenografía útil, arquitectónica, en madera desnuda, que ofrece un juego divertido de entradas y salidas, arcos y dos alturas. La idea es imitar un corral de comedias, en lugar de una ambientación coloreada y brillante. Todo ese tono marrón apaga la diversión en una gris viuda que se le ocurrió a Lope tras contemplar los carnavales.
La compañía recibe al público en el patio de butacas, alegre, invitando a la diversión. Esto no nos hace mucha gracia. Se inicia la función con una música –grabada- con la que se monta un vivo juego que anuncia el comienzo del carnaval. El enredo es divertido, con una cierta movilidad de actores con máscaras y jácaras guasonas, aunque no consigue el festival. Sus vestuarios son desairados en telas mates, aburridas y sosas. Es una compañía más entusiasmada en las gracias que en la lealtad a los versos: los textos se escuchan mal, se grita continuamente en voces desacordadas, lo mismo en un enfado, un amor o en las confidencias; recitan los versos, en otras ocasiones como si quisieran contar al público esos personajes desaparecidos. El papel de la frívola y atractiva Celia, lo hace estupendamente la actriz Reyes Ruíz, sin caer en movimientos forzados. Podrían mirarla bien tanto la viuda como el mujeriego, o ser dirigidos con más sabiduría. La función se aceptó sin entusiasmo.
Enrique Centeno

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