Autor: Alfred Uhry.
Versión de Antxon Oarrea.
Intérpretes: Amparo Rivelles, Mario Vedoya,
Ildefonso Tamayo.
Música: Yann Díez Doizy.
Escenografía: Joan Berrondo.
Iluminacón: Quico Gutiérrez.
Direccón: Luis Olmos.
Teatro: La Latina. (31.1.2002)
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Ñoño, pero magnífico espectácuo
Rezongona y tacaña, como corresponde al estereotipo judío, la setentona Miss Daisy no se resigna a pagar un chofer por más que el hijo se lo imponga. Aun así, llegará a la casa el empleado, de raza negra, también talludito y con el mismo genio. Lo que hace el autor es establecer entre ellos una relación de premeditada y fingida frialdad, casi de enemistad, aunque todos sepamos que, en el fondo, la ternura entre ambos va agrandándose a medida que pasan los años.
En ese duelo dialéctico entre los dos personajes es donde reside el formidable texto. Con ese aire de cierta cursilería muy norteamericano, aquí además entre el conductor negro y la acomodada judía. Juegos de diálogos muy ocurrentes, en los que la socarronería, la ironía, la burla y la paradoja procuran una permanente sonrisa.

Enrique Centeno
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