miércoles, 16 de marzo de 2011

Woyzeck ****

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Autor: Georg Büchner.

Canciones y música: Tom Waits/ Kathleen Brennan.
Dirección: Robert Wilson.
Comañía Betty Nanden, Dinamarca.
Teatro: La Zarzuela. (1.11.2001)
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La superación del musical

En estos tiempos en los que el llamado género musical se adueña de los escenarios de las principales capitales del mundo, parece como si Bob Wilson quisiera demostrar que hay algo más allá de los productos de Broadway y de Londres. Ha traído al Festival de Otoño, de la mano de la compañía danesa Betty Nansen, nada menos que al clásico y áspero contemporáneo Woyzeck, el indefenso y oprimido soldadito, engañado y desconcertado, que imaginó su autor –basándose en un hecho real- hace casi siglo y medio. La verdad es que se acude a ver los trabajos de Wilson, al menos en nuestro caso, con el escepticismo de encontrarse ante un espectáculo esteticista y superficial, porque así lo ha hecho en otras ocasiones. Y nos encontramos con el desentrañamiento, desde la vanguardia, de uno de los grandes del teatro contemporáneo hasta unos límites que producen el pasmo.
    Meterse en la piel de Woyzeck no significa, lo ha dejado claro Wilson, hacer claroscuros, expresionismos ni surrealismos. La historia de este infeliz puede ser contada desde la arquitectura minimalista, desde el nuevo absurdo de colores y geometrías. Lo que nos ha mostrado este creador es una ruptura formal sin precedentes que, sin embargo, se nutre de los grandes dramas del hombre, que son los nuestros propios. El espectáculo es deslumbrante, inquietante, insólito, estremecedor en su contenido y en su forma. Traspasa cualquier otra cosa vista en nuestros escenarios en mucho tiempo. No sólo por Bob Wilson, creador de todo el diseño del montaje, sino también por la música y las canciones de Tom Waits, cada una de ellas estremecedora. Este espectáculo es superador de todo ello, porque la perfección casi insultante del reparto hace que nuestros musicales parezcan bisutería al lado de este fenomenal espectáculo para el placer, para la consciencia, para la formación, la memoria y el aprendizaje sobre nosotros mismos. (Un tirón de orejas a quien corresponda: los sobretítulos, un desastre, sobre todo porque no se traducen las letras de las hermosísimas canciones ni se suministran en los programas).
Enrique Centeno




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