jueves, 24 de febrero de 2011

Tejas verdes ***

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Autor: Fermín Cabal.

Intérprete: María Luisa Borruel.
Dirección: Eugenio Amaya.
Teatro: Sala Lagrada. (6.10.2005)
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Tejas verdes es el recuerdo y el homenaje a los chilenos perdidos y asesinados bajo las botas militares desde el golpe de 1973. Fermín Cabal parte de los hechos históricos sucedidos en el pueblo de Tejas Verdes, donde se instaló uno de los centros de prisión. Allí, entre muchos, la joven Carolina fue torturada, violada y lanzada al mar, junto a su propia pareja. El autor lo escribe en un dramático poema estremecedor, que comienza en una escena con el relato brutal que sufrió, acusada por pertenecer a la Resistencia. Con elementos épicos del dolor, con pasajes en elipsis entre el tiempo anterior y posterior con víctimas o testigos en los que va transformándose su única actriz en continuas escenas que emocionan.
    Irán apareciendo, desordenadamente, siete personajes, pasando de la protagonista Carolina, a aquella compañera, a la mujer delatadora, o a la despreciable doctora de la prisión. En cada episodio, el autor no frena sus sentimientos y el público escucha sin respirar la poética dureza de los relatos.
    El escenario se apoya con proyección de grabaciones reales. El bombardeo al Palacio de la Moneda donde perdió la vida Salvador Allende, los hechos posteriores al golpe de Pinochet, y la larga espera hasta conseguir el juicio y la condena –fue ya en el 2000- del General por los crímenes contra la humanidad. En la obra se representa el testimonio estremecedor de la mujer que cuenta cómo se ocupaba de uno de los  cementerios donde iban llegando las filas de asesinados. Y también nos enseñan al Defensor Militar, quien negó o justificó el genocidio. Y continúan las proyecciones distinguiendo el texto que va interpretando la solitaria actriz María Luisa Borruel, en un ardiente e impresionante trabajo que demuestra su gran talento, saltando desde la tragedia teatral hasta los testimonios históricos.
    Aquella Carolina, hace recordarnos también a Amanda, la mujer de Los cinco minutos, aquel poema del chileno cantautor Víctor Jara, igualmente torturado y matado a tiros.
    Al sentimiento del autor y de la actriz, se une la cuidada dirección de Eugenio Amaya. El público no solamente aplaudió insistentemente, sino que salió del espectáculo casi en silencio, impresionado. Quizá llevando en el interior la idea de que hechos similares pueden suceder en la historia actual.
 Enrique Centeno

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