martes, 14 de junio de 2011

Las gracias mohosas **

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Autora: Feliciana Enríquez de Guzmán.
Adaptación de Juan Dolores Caballero
Intérpretes: Benito Cordero, José Machado, Juan José Macías,
Mostapha Bahja, Eva Rubio, Lina Noguero, Azahara Montero,
Alex Peña, Abel Mora, Juan Luis Corrientres.
Composición musical: Inmaculada Almendral.
Vestuario: Mai Canto.
Dirección: Juan Dolores Caballero.
Teatro: Pavón (CNTC). (8.6.2011)
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Terminará, con esta función, la temporada de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que durante los últimos siete años ha sufrido y caminado hacia el hundimiento, tras el esfuerzo con el que consiguió su  prestigio desde su formación en 1985.  Esperemos que el nuevo equipo entrante –con la directora Helena Pimenta- logre levantar, entre las cenizas, el ave fénix que nos devuelva el Siglo de Oro. Recemos al Olimpo o a Dios.


  Ha sido invitado el Teatro del Velador, compañía sevillana que aparece por Madrid de vez en cuando, y cuyo estilo, singular, forzosamente nos hace acudir con todo interés. Le atrae las tinieblas, el absurdo, la deformación y el feísmo -La noche, El deseo atrapado, La bella cuisine-, y nos muestra ahora Las gracias mohosas, una pieza breve plagada de máscaras y locuras de carnaval profano. Burla religiosa en cuyo escenario se instalan grandes candelabros con bronces en los que se irán encendiendo las velas entre el incienso, ocupando el centro la consagrada hostia, entre danzas de caretas y cabezudos. La pasión de este esperpento es toda una tentación para el estilo de El Velador. Han navegado y descubierto este texto -en prosa-, de la casi desconocida Feliciana Enriquez de Guzmán (1560-16389), una de las escasas dramaturgas entre el Renacimiento y el Barroco. Se alargará esta adaptación hasta una duración de algo más de una hora. Ya en el original se juega con la deformación en el cercano esperpento. El director, Juan Dolores Caballero – siempre responsable de esta compañía-, ha subrayado más todavía el feísmo y la oligofrenia de estos personajes: adefesios como el cojo, el enano o mutilados dentones en sus voces con textos disparatados o inimaginables: todo está en los mohos.
    El tema se centra en la aspiración de los seis hombres a conseguir el casamiento con la mujer –una altísima de coturnos, otra bajita, otra feísima- enfrentándose por encargo del propio padre. Una batalla grotesca entre subnormales.
        Es una magnífica combinación de plástica corporal –con canciones populares o ritmos de carnaval- con el rico vestuario de Mai Canto. Vibrante ritmo, sin respiración para no detenerse un momento. Juan Dolores se ocupa mucho menos de la pronunciación de los duros actores, algo que ya le ha ocurrido en las demás obras. Quien muestra su perfecta dicción es el padre -“Baco”-, que interpreta José Machado.
    Lo vimos el día siguiente del estreno y vimos el placer de todo el público, la diversión entre el asombro y la pura carcajada. Se lo merece esta compañía.
Enrique Centeno

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