viernes, 13 de marzo de 2009

El ángel de la luz **

Hace solo unos meses, en esta misma temporada vimos una emocionante función de la obra de Miguel Murillo, Y sin embargo te quiero. Al igual, aplaudimos, en 2005, a Armengol, que había obtenido el Premio Lope de Vega, estrenándose en el Teatro Español. A ese autor, residente en Badajoz, le vemos insuficientemente, al menos fuera de Extremadura. En Madrid estrenó importantes obras, como su primera función de El reclinatorio, en 1980, y otras como Perfumes de mimosas. Sus obras se centran, prácticamente todas, en el recuerdo y las historias en Extremadura.
Llega ahora, dentro de la Muestra de Teatro de las Autonomías, El ángel de la luz. Explica el dramaturgo, en su programa de mano, que se ha basado en una historia que le relató en una taberna un viejo, entre vinos excesivos, contando lo que sucedió en la línea entre Badajoz y Portugal. Este contrabandista es el personaje que inicia la función, sentado frente a una mesa, pegado a la botella. Él dijo conocer a un mísero matrimonio, que encontró a un niño abandonado, decidido a no pronunciar palabra alguna a lo largo de su vida, durante los años de los dos dictadores, Franco y Somoza. El hombre era republicano, liberal y consciente de la miseria y la represión. Se hacen también referencias a los cambios políticos posteriores. Se destaca, entre otras, la Revolución de los claveles, aquel 25 de abril de 1974. El director portugués lo monta con escenas conocidas que se proyectan en el decorado, sonando la canción que señaló el inicio, a través de la radio, y marcando la salida a las calles. Aquella canción se convirtió, prácticamente, en un un himno de libertad. (Fue el cantautor Jose Alfonso, con los versos de Grândola, Villa Morena, años después olvidado, falleciendo en la miseria, quien también nos hizo pensar en los sueños de estos países).
Lo cierto es, que este cuento histórico es un relato breve, y Murillo lo ha querido convertir en una obra teatral. Es lento, texto poético pero aburrido, tanto por la interpretación como por la puesta en escena. Es una especie de mito entre figuras religiosas: demasiado, la imagen de La piedad. Ha sido una tentación del extremeño. El reparto es muy flojo -apenas se salva Juan Carlos Castilla, el viejo- Y un decorado vulgar, en una pretendida plástica de pinturas. Tal vez, el resultado se debe, fundamentalmente, al director autor del decorado.
Quizá deberá este autor criticarse a sí mismo. En todo caso, le esperaremos, como siempre.
Enrique Centeno________________________________
Autor: Miguel Murillo.
Intérpretes: Juan Carlos Castillejo, Alberto Iglesias,
Celia Nadal,Elías González, Ricardo Utrera.
Escenografía y dirección: Joâo Mota.

Teatro: Círculo de Bellas Artes, (10.3.2009)
________________________________________

No hay comentarios: