Autora: María Velasco.
Intérpretes: Marina Blanco, Jesús Gago, Carlos
Martos, Elisabet Altube, Ángel Sánchez, Aarón
Lobato, Sonia Vázquez.
Vestuario: Tomás P. Villa.
Escenografía e iluminación: Marta Cofrade.
Dirección: Pablo S. Garmacho.
Teatro: Cuarta Pared. (24.11.2001)
Quedan desnudos los pilares y las vigas de una incendiada iglesia. En el solar, sacos terreros, trincheras perdidas donde veremos a los muertos. Ya en una escena inicial, dos homosexuales que asquean a un guardia civil: lleva aún el uniforme de la legal España Republicana. Veremos también otros espacios, pero el más expresivo –escenografía hermosa que ha hecho Marta Cofrade- es ese centro de una de las estampas de nuestra Guerra Civil.

Utiliza continuas citas, desde el conservado edicto del general Queipo de Llano, en sus voces por la radio de Sevilla, al también general Millán Astray, fundador de La Legión, cuyos soldados le obedecieron camino de la Península – “Cuando oigo la palabra cultura echo mano a la pistola”-. Y del filósofo Unamuno frente al levantamiento, al poeta García Lorca, asesinado a tiros –dice uno de los personajes que fue disparado en el culo por “rojo o maricón”-. Escucharemos a los actores –y grabaciones- la conocida canción lorquiana: “De los cuatro muleros/ que van al campo". (Quisiéramos indicarle a la autora que se trasladó la letra como Los cuatro generales/ mamita mía / que se han alzado). Y escuchamos otras canciones o himnos de la guerra: anarquistas, comunistas, o de la Falange –se menciona el nombre de su jefe fascista, José Antonio Primo de Rivera- especialmente en los frentes.
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Fotos de Julio Castro |
Hay momentos extraordinarios, como la ironía jocosa de los legionarios que bailan con las muchachas del lugar. Lo mismo ocurre cuando el actor Jesús Gago hace un formidable trabajo del transexual que, en una sala interpreta con mucha gracia un cuplé –“Fumando espero al hombre a quien yo quiero…”- entre la caderas y la procacidad seductora. Veremos luego, ya en la calle, los ataques falangistas rodeándole entre escupitajos; la autora también se ha referido –sin citarlo- a las palizas del genial Antonio Molina. Son muchas cosas que recuerdan y, sobre todo, cuentan lo que se ignora. Puede citarse una colección de cuadros, y lo más estremecedor de la tragedia de una aislada mujer –impresionante tensión que consigue Marina Blanco- matada bajo los fusiles sádicos.
Hemos mencionado a dos de los intérpretes, y es necesario aplaudir a todo el reparto. Seis en total, a veces en personajes duplicados y nada fáciles: Carlos Martos, Elisabet Altube, Ángel Sánchez, Aarón Lobato y Sonia Vázquez. Al espectáculo le da vida el director, Pablo S. Garnacho, que traslada los lugares, marca los cambios, y cuida muchísimo los ritmos.
Enrique Centeno
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