miércoles, 3 de diciembre de 2008

Cyrano de Bergerac **

El gran poeta Edmond Rostand (1868-1928), fue uno de aquellos conservadores del nuevo positivismo, y prefirió retroceder al anterior romanticismo. De sus grandes poesías de amor, inolvidables, casi todo quedó olvidado, hasta que llegó el gran éxito parisino en el estreno de su Cyrano de Bergerac, en 1897. La obra ha sido continuamente representada e incluso llevada a la pantalla: primero en 1950, con un Oscar a la interpretación de José Ferrer. Aquí, en este Teatro Español, pudimos contemplar diferentes montajes. El último, en el 2000, una retrasada o antigua escenografía. Antes, en 1982, vino Josep Maria Flotats, dirigido por Maurizio Scaparro: aquello fue inolvidable. Esta historia del soldado Cyrano –al parecer, existió en el siglo XVII, donde se sitúa la obra- es siempre tan conocida, que aquella puesta en escena es imposible olvidar, como las anteriores, y evitar sus comparaciones.
El personaje se ha convertido en un mito. Enamorado tanto como Romeo, luchador patriótico, bronquista y soberbio. Y en su amor imposible, tras la gran nariz y más feísimo cuerpo. (Esa nariz ya le provocó antes a Quevedo, quien habló insultantemente de la nariz “naricísima” dedicada a Góngora). Es un riesgo del director John Strasberg, quien consigue un bello montaje sobre la escenografía hermosa, como el vestuario. “El error es la versión”. Mejora un poco en el último acto, pero desde el principio estamos escuchando al pobre Rostand en unos horrorosos versos de Sanderson, a la forma francesa. En ripios baratos, en lejanos pareados, muy cerca de los facilísimos de Muñoz Seca, de modo que este Cyrano parece más bien don Mendo.
No pueden luchar los actores con este texto y, encima, apenas saben decir el verso teatral: o quizá, es imposible. Hay momentos en los que se consigue, insisto. En el último acto, donde apreciamos a Roxana – Lucía Quintana, también la mejor en las escenas anteriores-, y a Cyrano, con este gran actor José Pedro Carrión, que aquí exagera las palabras, las chilla, se autocontempla, voceando y exhibiéndose a los espectadores en búsqueda del éxito. Al menos, así se portó en la noche del estreno. No debería perder la necesaria transformación sincera e interior. A pesar de todo, gusta el timo del mito.
Enrique Centeno____ ________________________________________
Autor: Edmond Rostand (Traducciónde Charlotte Moity
y versión de Jhon D. Sanderson)
Intérpretes: José Pedro Carrión, Lucía Quintana,
Cristobal Suárez,
Ricardo Moya, Alberto Iglesias, Miguel Esteve, Paco Hidalgo,
Roman S. Gregory, Nacho Aldeguer, Isabel Ávila, Antonio Gómez,
Paloma Rojas, Adán Barrero.
Vestuario: Mª Luisa Engel.
Escenografía:Daniel Blanco
Dirección: Jhon Strasberg.
Teatro: Español (28.9.2007).
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