viernes, 26 de junio de 2009

La ópera de tres centavos **

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Autor: Bertolt Brecht, Música Kurt Weil.
Intérpretes: Jerónimo Arenal, Manuel Asensio,

Aurora Casado, Joaquín Galán, Sonia Gómez,
Sario Téllez o Susana Fernández, Rebeca Torres.
Vestuario: Carmen de Giles.
Escenografía, adaptación y dirección:

Iniesta Ricardo.
Compañía Atalaya
Teatro: Círculo de Bellas Artes. (14.2.2008)

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La compañía Atalaya, andaluza, cumple ahora sus veinticinco años. Los hemos visto en numerosas ocasiones en Madrid. La primera vez fue en el montaje de Así que pasen cinco años, de García Lorca, en 1986, magnífico. Lo conocimos en el Círculo de Bellas Artes. Este mismo teatro ha mostrado diversos títulos que conocemos, generalmente estupendos -es mejor olvidar algún palo-. Hoy aparece con el atrevimiento de La ópera de tres centavos, de Brecht. Es mucha tela para ellos.
Tanto el texto como la fundamental música de Kurt Weill, exigen muchos medios. Y un reparto de los actores-cantantes para las óperas de Brecht. Atalaya cuenta con el entusiasmo, con válidas escenografías que son, a pesar de ello muy insuficientes para transformar cada lugar. Les gusta el humor, mucho menos el sentido dramático. Es posible que les interese más esta obra en sus giras desde Sevilla. Los intérpretes dominan bien sus personajes –multiplicados- tal como se les ha pedido. Pero es natural que el conjunto no sea capaz de cantar con la calidad imprescindible. Es el esfuerzo lo que consigue los aplausos del público.
El divertido vestuario, los músicos de viejos instrumentos, y sus trajes populares, forman una especie de circo, de farsa continua que provoca las risas, con escaso sentido sobre la obra de Brecht: la vida de los poderosos, pistoleros negociantes o callejeros en sus miserias. Los dos protagonistas, en sus extremos sociales, son quienes consiguen mejor la calidad ante otros usos de voces poco suficientes.
Enrique Centeno
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Un único año pudo permanecer el nombrado Director General del INAEM (Instituto Nacional de Artes Escénicas y de Música), cuyo trabajo en este Ministerio de Cultura, se ignora qué realizó Juan Carlos Marset. Procedía del ayuntamiento de Sevilla. Se concedió entonces el Premio Nacional de Teatro a la sevillana compañía Atalaya.

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