domingo, 2 de noviembre de 2008

Caídos del cielo *


Hace veinte años, vino al teatro Alfil una compañía de presas de la Cárcel de Mujeres de Yeserías a quienes aficionó una funcionaria de allí –Elena Cánovas-, y que continuaría después con sus obras. En su desarrollo, este grupo trabajó mucho y bien en sus textos de creaciones propias, dirigidas y vivas, con la directora. (No son ya las mismas, natural y afortunadamente). Sus argumentos se basaban en sus vidas tristes, dramáticas y trágicas por sus delitos. (Se hizo después una película con la presencia de algunos actores profesionales). Tras las funciones, regresan a la cárcel: el hecho en sí mismo provoca la emoción, y nos cuentan lo que las llevaron a las rejas o sobre el ambiente de las celdas y los patios.
Lo hemos recordado al ver esta obra, Caídos del cielo, escrita y dirigida por Paloma Pedrero. Algo hay en común, pero con la diferencia esencial entre las mujeres condenadas y los personajes vagabundos. Unos lo son por la pobreza, otros por su propia elección o a causa de su perdido interés por nada o por sus cuerpos en la sima. Han caído del cielo, -titula inadecuadamente la autora-. Ha querido mirar alrededor, contemplando el suelo sin techo para muchas personas. Nosotros también los conocemos, los vemos cada día cerca de nuestra casa o en la plazuela por la que pasamos camino del trabajo. El teatro de Paloma Pedrero se caracteriza por sus personajes tensos, en ambientes humildes, populares; e introduce dramas entre el humor, el amor y el cariño.
La tierna sensibilidad no es suficiente para una obra. El reparto lo componen veinte personas, algunos profesionales y, sobre todo, reales vagabundos. En el metateatro aparece una escritora y directora de la obra que están montando. (Otra vez: lo relacionamos con la funcionaria-directora citada, pero nos parece que es la misma Pedrera). Casi todo son monólogos, algunos interminables, donde nos cuentan sus historias y sus situaciones. Todos miran alrededor –no salen de escena- pareciendo una terapia de grupo. Es natural que lo hagan muy mal, pero buscamos, sobre todo, una acción – hay algo, muy leve-. Sus palabras continuas son tópicas biografías nada interesantes, conocidas, vulgares, de cansancio. La verdad es que lo que más nos gusta es el filósofo meditativo del precioso perrito, que nos ayuda a entretenernos para descansar de vez en cuando. Yo, al menos, me he aburrido mucho, con todo mi afecto y
perdón.
Enrique Centeno
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Dirección: Paloma Pedrero
Escenografía: y vestuario: Llorenç Corbella
Interpretación:
Charito: ROCÍO CALVO Escritora :ANA CHÁVARRI
Violeta: PALOMA DOMÍNGUEZ/ BLANCA RIVERA
Abelino: MANUEL FERNÁNDEZ
Jato: MANUEL MATA
Amadeo: CARLOS PIÑEIRO
Félix: FELIPE PÉREZ/ RAMÓN LINAZA
Marcelo: CRISTÓBAL ANAGA
Manuel: YOLANDA SOLA/ JOSÉ MANUEL
Antonio: FRANCISCO VELASCO/ CRISTÓBAL ANAGA
Natalia: MERCEDES LUR
Fernándo: MANUEL MATA
Contratista: JOSÉ LUIS ÁLVAREZ
María: LUISA FERNANDA GARCÍA
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