viernes, 5 de diciembre de 2008

Del Rey abajo, ninguno ***

Probablemente, este Del Rey abajo, ninguno, es el mejor montaje de la Compañía Nacional de Teatro Clásico de los últimos años, en los que han abundado muy flojos espectáculos. Hacía tiempo que no escuchábamos, con tanto placer, los versos de nuestros autores del Siglo de Oro.
El toledano Rojas Zorrilla (breve vida, 1607-1648) vino a la CNTC –hace ya muchos años-, con los montajes de Obligados y ofendidos, en 1988 y en la temporada siguiente. Entre bobos anda el juego. De la comedia a la tragedia. La autoría de este drama ha sido siempre discutida e incluso atribuida a tres escritores en cadena. Es el similar conflicto con La Celestina, que continúa atribuyéndose a Fernando de Rojas. Curiosamente, la versificación de El rey abajo… sufre evidentes cambios de estilo y de escasas estrofas de las que utiliza este comediógrafo.
Laila Ripoll, la directora, se ha ocupado también de la versión del original. Mantiene el usado monólogo en un interminable romance, en el que cuenta el protagonista los hechos que provocaron el drama. Las explicaciones, ante el Rey, buscan siempre la defensa del honor y la ofensa, que justificaron matar al enamorado de su esposa. La corona salvará –así sucede siempre- a Don García frente al noble Don Mendo. En otros títulos, se representan tales juicios del barroco. En muchos casos, como aquí, los espectadores se cansan, se remueven en las butacas, miran por el patio… El encuentro entre los dos personajes, en cambio, reduce la escena del final, casi ocultando el asesinato. Ripoll prefiere suavizar el drama con canciones y bailes de preciosas coreografías –Marcos León- del mundo popular. Es cierto que esos actos rompen la acción excesivamente, pero nos hace disfrutar al público, entre las sombras y los dolores de esta historia.
Sería injusto no citar a los principales intérpretes, porque todos ellos lo hacen muy bien. Nos reprimiremos de citar a todos ellos, admirados actores. No cuentan con una escenografía rica, la arquitectura es insuficiente tanto en los ambientes pobres de los campos como en el Palacio sin sala. Puede justificarse en la leve imitación al pasado teatro de simples mantas o el de los posteriores corrales. Deberían conocer la Comèdie Française y su avance en la puesta en escena para enseñar al público aquel mundo. En aquel tiempo no fue necesario decorado alguno: mostraban, simplemente, historias de su misma sociedad. Lo que ocurre otra vez más, en la CNTC, es el desprecio por la riqueza estética, utilizando siempre unas paredes o raramente alguna altura, círculos o escalerillas en maderas planas. Yo creo que esas escenografías podrían servir para todas las temporadas. ¿Por qué construir otra, para representar distintas obras con los mismos elementos?. Con los cambios de iluminación se conseguirían los diferentes ambientes. En cualquier caso, insistimos en que la función es excelente, tanto en la dirección como en el reparto completo.
Enrique Centeno
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Autor: Rojas Zorrilla.
Intérpretes: Miguel Cubero, José Luis Santos,
Diego Toucedo, Juan Meseguer, Pedro Almagro,
Víctor Rubio, Ione Irazábal, Joaquín Notario,
Pepa Pedroche, Elena Rayos, Toni Misó, Montse Díez,
Íñigo Asisain, Francisco Piquer, Sergio Mariottini.
Vestuario: Almudena R. Huertas.
Escenografía: M. Ángel Coso y Juan Sanz.
Coreografía: Marcos León.
Versión y Direcc.: Laila Ripoll.
Teatro: Pavón (CNTC) (10.10.2007)
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