miércoles, 4 de mayo de 2011

Historia de un caballo ****

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Autor: Leon Tolstoi.
Versión de Enrique Llovet.
Intérpretes: Carlos Hipólito, Francisco Valladares, Pilar Barrera,
Gonzalo Benavides, Antonio Canal, Fidel Almansa, Ángel Amorós,
Javier Collado.
Adaptación musical: José Nieto.
Escenografía: Ana Garay.
Vestuario: Montse Amenós.
Coreografía: Teresa Nieto.
Dirección: Salvador Collado.
Teatro: La Latina. (27.9.2001)
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Una hermosa parábola


Con la etiqueta de “musical”, al parecer muy taquillera, se está inundando nuestra cartelera de bodrios y estupideces inaceptables. Viejas, lacrimógenas, ingenuas o simplemente estúpidas. Y llega de pronto un formidable espectáculo en formato musical que hace vibrar los sentidos y da rienda suelta a la razón. Historia de un caballo es una parábola hermosísima sobre las relaciones humanas que, curiosamente, hizo Tolstoi a través de un cuento cuyo protagonista es un perplejo caballo. Un singular personaje que arroja una mirada crítica y a la vez tierna sobre la sociedad, mostrando sus cualidades y sus servidumbres. Todo lo cual muestra, una vez más, que el formato musical puede ser dirigido a espectadores inteligentes y no sólo a la morralla festiva.
    No es fácil poner en escena una obra en la que la mayor parte de los personajes debe hacer de caballos: no se asusten, porque sin máscaras ni látex, sin recursos de cartón piedra, todo el numeroso elenco lo consigue. La fórmula es aparentemente sencilla: se ha acudido a verdaderos actores, comenzando por Carlos Hipólito –sensible, comunicador, de expresividad trabajadísima- y continuando por todos sus compañeros de cuadra, espléndidos en coreografías, en credibilidad, en disciplina absoluta. Claro que no hay más que mirar los nombres del coreógrafo, del escenógrafo o de la figurinista, todos de primera magnitud, para comprender que son a esta clase de creadores a quien hay que acudir si se ambiciona algo más que la taquilla, es decir, la obra de arte.
    Hay siempre alguna objeción que poner: al menos el día del estreno no se consiguió una perfecta ecualización del sonido –es magnífica la música de José Nito, de sentimentales resonancias rusas-, que probablemente se logrará en sucesivas representaciones. Pero ello no fue obstáculo para apreciar la calidad de todos los intérpretes, entre los cuales es preciso reconocer una magistral y riquísima actuación de Francisco Valladares, sorprendente en su personaje de farsa, en sus intervenciones cantadas, verdaderas antologías en cuanto a combinación de canto e interpretación, con mucha inteligencia, y ricos matices. Con él, impecables actores como el sólido Antonio Canal, Andrés Amorós o Pilar Barrera,, aunque no hay fisura alguna en el reparto. Se montó esta obra, sin música, hace casi veinte años por Manuel Collado, desaparecido como su protagonista, José María Rodero. Hoy la revitaliza el hermano, Salvador Collado, que ha organizado y coordinado a muchos talentos juntos para conseguir una verdadera obra maestra.
Enrique Centeno

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