martes, 11 de agosto de 2009

Troilus & Cressida ***

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Auror: William Shakespeare.
Intérpretes: Anthony Mark, Tony Darrow

Lucy Briggs-Owen, Richard Cant, Davis Caves,
Oliver Coleman, David Collings, Gabriel Fleary
Mar Olgate, Damian Hearney, Ryan Kiggell
Espacio escénico: Nick Ormarod.
Dirección: Declan Donnellan.
Teatro: El Matadero. ( 17.7.2008)

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Se considera que este Troilo y Crésida no pertenece a las grandes tragedias de Shakespeare. Se inspiró en un antiquísimo relato –muchas de sus obras fueron tomadas de hechos anteriores- sobre el drama de esta pareja, a la que situó entre los personajes épicos de la Iliada, de Homero, en la larga guerra de Troya. Aparecen muchos de aquellos mitos de los dos ejércitos enfrentados. Allí entremezcla a Troilo y la lubricosa Crésida. El tema amoroso más trascendental es el de Paris y Helena, provocadores de aquella guerra; los dramas de amor (Romeo y Julieta, Otelo) le gustaban al escritor, y el que vemos hoy, es muy poco representado.
Es este un buen montaje del director, Declan Donnellan, a quien ya conocimos en varias ocasiones, y que hace dos años nos visitó con otro Shakespeare, Cymbeline, en el Teatro Español.
Este espectáculo admiró a todos, y una parte del público le dedicó el día del estreno numerosos aplausos e incluso varios bravos. La escenografía es un ancho pasillo, únicamente con láminas cóncavas en los extremos. Los espectadores se sitúan en los laterales, muy próximos para contemplar la guerra, el odio y el amor, todo con un reparto envidiable. La plástica más rica es el vestuario, intemporal en trajes actuales o del pasado fantástico: un ejército viste a los soldados de blanco y, enfrente, con los uniformes negros de Grecia ante la guerra con Troya. Lo más sublime son los actores. Unas escenas bellas en la continua presencia, en textos o en esgrima. Estos actores son grandes figuras del teatro inglés –véase la ficha-, todos asombrosos en sus trabajos.
Algunos sentimos un cierto cansancio en un juego algo repetido de construcción en movimientos, durante las más de tres horas, en idioma inglés. Sus muchos hallazgos no impidieron a nadie sentir un gran placer.
Enrique Centeno

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