
En sus primeros meses, no ha podido Boadella crear una programación: pone en cartel a su propia compañía, que estará un mes y, a continuación, no se representarán obras de teatro: flamenco, música, danza o el divertido teatro de guiñol del tradicional Teatralia, con ocho funciones que seducirán a los niños. Habrá que esperar a la temporada siguiente para la programación puramente teatral.
Pero vayamos al estreno -no deberíamos calificarlo así, puesto que ha arribado al puerto del Canal tras una gran gira por España- de La cena. (No me habían invitado ni a los entremeses, pero luego me concedieron un sillón). Me acordé de M-78 Catalònia (1978), aquella burla de Boadella a su propio país (allí sí que me convidaron ,v. La escena española actual ), en la que se cocinó, auténticamente, sobre el suelo del escenario, un oloroso arroz. En esta obra, en el menú de la “cena” se introducen varias escenas separadas; un juez, andaluz -qué bien lo hace Xavi Sais-, interroga al maltratador de su mujer, un supuesto sabio -que exhibe continuamente el periódico El País– en conversaciones divertidas, entre nuestras risas e indignaciones, que el magisterio archiva, incluso piensa que sus declaraciones no son hechos anormales.
El tema principal se desarrolla en el Ministerio de Medioambiente y Alimentación, y Boadella se descojona de la Ministra –la estupenda actriz Pilar Sáenz-, pura energía encargada de la ecología, el medioambiente y el cambio c

A los catalanes les encanta, como es natural, la escudilla, la calçotada, los caracols o la butifarra con pa amb tomàquet. Estas cosas, como nuestro cocido madrileño, no le hacen gracia a este personaje trajeado, encantado con la Nouvelle cuisine de quienes ya no son cocineros, sino “restauradores”-se hace algún guiño o cita sobre Ferrán Adrià-. En la cocina, casi desnuda, comienza la preparación de la cena. No hay fuego para cacerolas o sartenes. Aquí están, desconcertados, y tímidamente, los profesionales se miran. El Chef –Jordi Costa-, los ayudantes –Jesús Angelet, Xavier Boada, grandes actores como el anterior, bien conocidos en esta Compañía-, a los que acude a salvar el Maestro –lo hace, con su talento, Ramon Fontserè-: un Merlín de largas melenas agitadas, con ese religiosismo del Tíbet, cuyos rosarios son incomprensibles. Claro que, luego, a la falsa mesa, llegan también los Dalai Dama. Albert Boadella se ha despechado a su placer en toda la función, con numerosos personajes, multiplicados en los formidables actores.
Naturalmente, no están ausentes, en los diversos juegos, la corrupción y la mirada hacia los partidos. Ha repetido en sus declaraciones Albert Boadella -leídas en la prensa- algo así como: “Si Molière trabajó para Luis XIV, yo lo hago para Aguirre”, quizá con la esperanza y la fe en la Comunidad de Madrid. Lo relaciona con el Tartufo, un juego peligroso que produjo un escándalo. No es el caso aquí, donde todos conocemos a los llamados ya tartufos. Están también en la obra Los enredos de Scapín, huidores y, más claramente, en Las preciosas ridículas. Molière fue también actor y director. En este montaje Boadella vuelve a mostrar su increíble creación escénica, los juegos, las acciones, los mimos, el disparate y las burlas, y aquí están también todos los de Els Joglars. Su dramaturgia no alcanza esa calidad, ese talento, más sabio en trasladarlo a la escena que en escribirlo. No importa: fue una feliz inauguración de un nuevo teatro.
Enrique Centeno
_____________________________________
Dramaturgia y dirección: Albert Boadella
Intérpretes: Jesús Angelet, Xavier Boada, Ramón Fontserà,
Jordi Casta, Minny e Marx, Llu Olivé, Pilar Sáenz,
Xavi Sais, Dolors Tuneu.
Teatro: del Canal (26.2.2009)
_____________________________________
Dramaturgia y dirección: Albert Boadella
Intérpretes: Jesús Angelet, Xavier Boada, Ramón Fontserà,
Jordi Casta, Minny e Marx, Llu Olivé, Pilar Sáenz,
Xavi Sais, Dolors Tuneu.
Teatro: del Canal (26.2.2009)
_______________________________________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario