Autora: Bryony Lavery.
Versión teatral: Tomás Gayo Bautista.
Intérpretes: Carmen Conesa, Magüi Mira, Tomás Gayo.
Ciclorama y ambiente: Roguz.
Dirección: Nieves Gámez.
Teatro: Centro Cultural de la Villa. (18.1.2006)
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En la acción intervienen tres personajes: la madre, la doctora psicóloga, y el culpable. En la adaptación teatral -de Tomás Gayo-, abunda especialmente el procedimiento de sucesivos monólogos. En ellos escucharemos la angustia, el ánimo y después la cólera del personaje Nancy, la madre, desde la ausencia de la niña, hasta el conocimiento de su final.
Tiempo que pasa, personajes que van transformándose desde la esperanza hasta la amarga caída y la indignación. Con su creación, la actriz Magüi Mira no cesa un momento para conseguir que los espectadores sientan continuamente el llanto. Por eso, ante el correcto trabajo de Carmen Conesa y de Tomás Gayo, no existe posibilidad alguna de comprender, perdonar o impedir el rencor. Aquella niña vivió durante esa década encerrada en una habitación, violada hasta encontrarse sus restos, admitiendo el acusado aquella crueldad.
Un texto poéticamente trágico con una excesiva duración de casi dos horas. Con una escenografía de volúmenes pobre, poco útiles, en la que la directora lleva el montaje como puede, con textos agotados y aislados. Se hace ver la existencia de tales brutalidades en nuestra actualidad. Es un relato que emplea un expresionismo quizá de excesivo lenguaje.
Enrique Centeno
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