Libreto: Hermanos Álvarez Quintero.
Música: Pablo Sorozábal (padre y Pablo Sorozábal, hijo).
Adaptación: Ángel F. Montesinos.
Intérpretes: Francisco Valladares, Marisol Ayuso, Luis Álvarez,
Hevila Cardeña, Ruth Terán, Noemi Mazoy, Raquel Esteve,
Israel Ruiz, Javier Galán, Alejandro Navamuel, Manuel Aguilar,
Trinidad Iglesias, María Garralón.
Dirección Musical: Monserrat Font Marco.
Coreografía: Juan Carlos Santamaría.
Videoescena: Álvaro Luna.
Iluminación: Miguel Ángel Camacho.
Escenografía y dibujos: Wolfgang Burman.
Dirección: Ángel F. Montesinos.
Teatro: Español. (14.7.2011)
Con frecuencia, los comediógrafos dieron título a sus obras con el nombre de los principales personajes –Mariquilla Terremoto o Malvaloca, dos de las más conocidas, que llegaron al cine-, y aquí, tenemos el de toda la familia de Caín: un matrimonio, el de Don Segismundo Caín y de la Muela, y Doña Elvira Horcajo de Caín. Padres cuyo objetivo es casar a sus cinco hijas. A lo cual ayudará el joven Alfredo, enamorado de Rosalía, que tendrá que esperar a las bodas de las hermanas por su correspondiente orden de edad. Lo hacen formidablemente los barítonos Hevila Cardeña y Javier Galán, que, además –igual que todo el reparto-, interpretan con lucimiento los diálogos en prosa –está aquí el experto director Ángel F. Montesinos- de las divertidas escenas. Y en esta tabla de juegos figura un variable personaje, El tío Cayetano de Rebolledo, un maduro galán, distinguido e irónico, a quien se le convence para unirse a la jovencísima hija. Lo hace el actor -y cantante- Francisco Valladares, que agarra al público con su conocido talento.
Uno los dominios de Serafín (1871) y de Joaquín (1873-1944) es su calidad y riqueza literaria –la RAE concede ya, como mérito, uno de sus Premios, el de Álvarez Quintero-, jugando a veces con términos o recursos cultos, como los del profesor de lenguas "Vivas" -bien se alude a ellas en sus parlamentos-. Y ante la divertidísima escena, acusarán todos al joven Pepín –Israel Ruiz- por haberse introducido en la nocturnidad en la casa familiar, el bien llamado Segismundo exigirá recuperar
su honor ante la ofensa, obligando al pobre Pepín a unirse a la dama Estrella - Noemi Mazolla-: “Al rey la hacienda y la vida/ se ha de dar; pero el honor/ es patrimonio del alma/ y el alma solo es de Dios”. De modo que aquí, la historia terminará como en las clásicas comedias de enredo.
Verano de julio con aire acondicionado, acogedor teatro del Español y carcajadas, alegraron el día.
Enrique Centeno
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