
El autor actúa también –solo-, en una prolongada primera parte, echado sobre el suelo, con unos movimientos del cuerpo, suaves, lentísimos, eternos; todavía en el suelo gira: después, se incorpora y utiliza sus piernas y brazos en una especie de tai-chí, durante unos momentos. Estábamos pensando, todavía, en qué consistiría todo esto. Entonces camina, despacio, de punta a punta de la escena; una y otra vez, ahora con un ritmo de caminante con su recto cuerpo. Una especie de menhir, algo cónico, con cierta figura, que gira y permite visualizar imágenes realistas sobre la guerra y sus víctimas. Rachid, llegando al final, utiliza ya cierto ritmo, para ir pisando, descalzo, interruptores de conexión con cables por los suelos, lo cual pone en marcha efectos musicales que acciona para escuchar música electrónica, la apaga con ritmos y, finalmente, se hace el oscuro. Él saluda, recibe los aplausos. No sé si alguien me dedicó: “Y luego, incontinente,/ caló el chapeo, requirió la espada,/ miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.” (Cervantes). Estaba en el “Festival Escena Contemporánea”.
Enrique Centeno
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Texto, intérprete y dirección de Rachid Ouramdane.
Teatro: Cuarta Pared. (30.1.2009)
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