miércoles, 14 de enero de 2009

Dónde Desdémona ***

Aquel Otelo asesinó a Desdémona por celos. Alguien dijo que una pérdida casual fue en la obra el más importante pañuelo de la historia. El nombre de aquella víctima, relatada por Shakespeare es, evidentemente, el que ha elegido para esta obra Susana Sánchez. Aquel personaje se entendía en el teatro, aunque para el bardo fue un crimen. En el siglo XVII, una sociedad del barroco católico, el honor y la venganza justificaban en sus dramas el asesinato, desde Calderón y Lope de Vega. Aquella monstruosidad se superó en el tiempo. (Estamos ahora en el bicentenario de Mariano José de Larra, suicidado ante su perdido amor: era un seguidor del Siglo de la Razón, pero su pasión la eliminó consigo mismo). El crimen continuó siendo legal en el siglo XX. Se justificaba el crimen del hombre a su esposa al encontrarla en el lecho.
Hoy ya no existe el honor y la venganza. La mujer ha luchado mucho por su igualdad, y éste avance desespera al machista, la pérdida de su dominio y de la sumisión de su pareja. A ellas les está costando caro. Cada semanas se nos informa de asesinatos. Maltratos continuos ocultos muchas veces por las víctimas que, afortunadamente, comienzan a denunciar y buscan acogimiento en casas instaladas ante el abuso.
Están a nuestro alrededor; son personas normales, agradables. No los vemos en sus casas. Uno de ellos es el personaje que ha creado la autora. Se llama Guilles. Aparece en escena, elegantemente trajeado y, bajo su foco de luz, nos canta un tango, estupendamente (el actor es uruguayo). Luego se pone ante una pantalla en la que va mostrando el esquema de la zona en la que mantiene la orden de alejamiento de su compañera –o esposa- en la que va marcando sus traslados para mantener los 500 metros exigidos. Un audiovisual va dibujando las distancias necesarias, creando una madeja de calles que va explicando a los espectadores. Tal efecto causa sonrisas, incluso carcajadas. La pupila se fija o se cierra; la risa intenta huir del humor. Porque Susana Sánchez consigue que este individuo sea acogido con placer. Él es presentador en una televisión donde obtiene éxitos: es uno de esos cuya vida privada ignoramos; incluso le vemos en su casa, sólo, cocinando su cena simpáticamente, agradable. Aquí empezará la verdadera historia de este Gilles.
La insulta, la desprecia, la maltrata físicamente. En la obra, la mujer se representa con una muñeca: sería imposible una mujer real, una actriz. Le saca los ojos, la apuñala. Se alcanza un nivel de crueldad de estilo realista y lleno de efectos. Sangre, disparado psicópata triunfal con el horror. Ahora sí tiembla el público. La escritora no ha tenido piedad alguna para la crueldad de la realidad.
Tampoco sería posible esta obra -un monólogo- sin un gran actor, Ismael Moreno. El procedimiento es la transformación progresiva, su utilización de las voces, la electricidad corporal, y la creación formidable, desde el humor hasta el crimen, un desangramiento shakespeariano.
Apoya muy bien el juego del audiovisual –de Kike Celdrán- que colabora en la soledad del actor y subraya los textos.
Uno sale de allí mirando a los compañeros, los viajeros del autobús: será alguno de ellos. Esta Susana Sánchez consigue la crueldad.
Enrique Centeno
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Autora: Susana Sánchez.
Intérprete: Ismael Moreno.
Escenografía: I. Moreno.
Audiovisual: Kike Celdrán.
Iluminación: Raúl del Águila.
Compañía : Clan de Bichos.
Teatro: Cuarta Pared. (15.1.2009)
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