sábado, 12 de septiembre de 2009

El otro lado ***

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Autor: Ariel Dorfman.Intérpretes: Charo López, Eusebio Lázaro, José Luis Torrijo.
Iluminación: Jose Manuel Guerra.
Vestuario: Dietlind Konold.
Escenografía y dirección: Eusebio Lázaro.
Teatro: Fernando Fernán-Gómez. (Centro de la Villa)
(9.9.2009)
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Hay sobre la pared una colección de retratos, la de muchos muertos. Uno de ellos enmarcado en blanco: es un vacío que desconocemos, durante la obra, a quién podrá referirse. Es un domicilio ruinoso, una vieja habitación rehabilitada, con dos ventanas de sucios cristales en que se reflejan los fuegos y explosiones de los bombardeos. Aquí se acogen la mujer Levana y su marido Atom, una pareja que va sobreviviendo durante los veinte años de guerra. Se ocupan de recoger y enterrar los cadáveres que van llegando. Son más de cinco mil muertes. Y vemos, continuamente, sobre un mueble, el retrato del hijo perdido en la guerra. El amor de esta pareja escucha por la radio noticias o mensajes: el último sería el final del conflicto. Ellos nacieron en los dos países enfrentados, pueblos cuyos nombres –no entendímos exactamente, pero se escuchaban así-, Tomis y Kontsanz, podrían ser del Oriente Próximo o Centroeuropa. Levana y Atom escuchan por fin, tras aquellos largos años bélicos y asesinatos, la llegada de la paz en un armisticio, pero conocerán también que el acuerdo obliga a la división y las fronteras. Es la historia eterna: todos en El otro lado, título de esta obra, con el precio de la separación de personas cercanas. Un soldado entra después, violentamente, entre los humos de los disparos, para conservar la paz. Este tercer personaje centra las mejores escenas de la función, como encargado árbitro del ejército internacional, e instala una cinta para marcar la separación que afectará a los más cercanos. Con el soldado, continúa presente el retrato del ausente hijo. Cómo irán reaccionando estos personajes y cuál será el final de ellos y del fusilero.
    El dramaturgo argentino radicado en Chile, Ariel Dorfman, escribió ya una obra sobre la violencia y el aislamiento, también con tres personajes encerrados en una habitación. La muerte y la doncella era mucho más cercana, escrita apenas terminar la dictadura de Pinochet. Emocionó a todos este estreno de 1993, con un reparto magnífico, protagonizado por María José Goyanes. Lo recordamos muy bien. En El otro lado, Dorfman mezcla el humor y el drama, con un escenario igualmente realista. Es una combinación muy complicada para la interpretación. En este montaje, el humor y la amargura van saltando de una a otra escena; algo que precisa de un gran director de actores capaz de lograr, en los diálogos, la tensión y la dulce sonrisa que llega hasta sus risas. Tanto Charo López como Eusebio Lázaro –también el director- crean personajes que caen en la falsedad. El realismo les lleva a una cercana farsa, con expresiones y voces falsas en sus alturas y ritmos. No se duda de la gran calidad de los dos, pero se ha escapado la dirección. Charo López consigue, en los últimos minutos, encontrar el personaje de su Levana cuando, cara al público, hace un impresionante monólogo. El actor José Luis Torrijo está excelente, en este soldado con nombre silenciado, y al que decidieron ellos llamar Iván. Un violento final explica su verdadera personalidad y lo imposible de esa paz en la lucha independentista, con enfrentamientos por la ambición imperialista, por motivos religiosos o por política. Son los últimos momentos que consiguen dar valor a una especie de sainete dramático.
Enrique Centeno

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