jueves, 20 de noviembre de 2008

Argelino, servidor de dos amos *



Cómo deseamos siempre el valor eterno de Goldoni. Es siempre peligroso contemporizar los textos clásicos para convertirlos en modernos. En este estreno, se intenta trasladar a Arlequín, personaje que pasó a ser un mito que creció dos siglos antes de la revolución escénica. (Este año se cumplió su tricentenario). Muchas visiones se han visto desde la creación del Arlequín, Pantalón o Colombina, desde la Commedia dell’arte a la primera que creó el sentido social y político. No le fue necesario suprimir sus antiguos trajes y sus máscaras. A este montaje que acabamos de ver, se le denomina “versión de Goldoni”. Deformar las obras no es leal. Siempre decimos que ¿por qué no se escribe la nueva idea? Es posible que le pudiera gustar: no sé que pensaría del robo. El Argelino de esta nueva obra no necesita, con su argumento, tomarlo con textos y situaciones del italiano, con ese auténtico Arlequín, con su traje a retazos de colorines, de críticas ocultas entre sus piruetas. Que cada cual juegue y escriba sin recurrir al de Goldoni. (Figúrense que Pio Baroja, por ejemplo, copiara así su preciosa obra teatral –breve- Arlequín mancebo de botica. Aquí llega de pronto el fracaso del escritor o escritores de la compañía, Animalario, con este Argelino. Ha debido parecer un descubrimiento, un nombre muy imaginativo y brillante.
Se utiliza el titular de “servidor de dos amos”. El original no es un oprimido, aquí se quiere trasladar al Argelino. Su parecido nombre es con aquél hábil engañador a todos los poderosos. Y encima, a este argelino se le hace hablar entre ideologías contra empresarios y banqueros. El resultado es el gazpacho o el pisto. Se introducen tomates pasados con cebolla, pimiento y pepinos. La intención es mostrar el problema de los inmigrantes, sobre todo los sin papeles: este tema debió ser escrito sin trucas copias representadas por un argelino, muy lejos del Arlequín. Les parece a los inventores un juego de palabras. La firma dice que es “a partir de la obra de Goldoni”. Pero ésta es un paso atrás de Goldoni. El resultado del robo es pobre, aburrido, interpretado torpemente, y hasta mal dirigido por el buen director Andrés Lima -el cuál es adaptador junto a Alberto San Juan, autor de textos excelentes pero poco teatrales-, ante un feo decorado de las puertas clásicas de las comedias neoclásicas de Goldoni o Moratín. La verdad es que a la media hora de la función desearía uno marcharse, lo cual no hice, a pesar de las 2 horas y cuarto seguidas, por respeto a La Abadía, que es ya la segunda vez que pone en su escenario un pobre espectáculo.
Enrique Centeno
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Autores: Alberto San Juan sobre Goldoni.
Intérpretes: Javier Gutiérrez, Alberto Jiménez,
Rosa Manteiga, Daniel Moreno, Nerea Moreno, Pepa Zaragoza.
Escenografía y vestuario: Beatriz San Juan.
Dirección: Andrés Lima.
Teatro: La Abadía (13.12.2007).
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