martes, 21 de abril de 2009

Tantas voces ***

Ha elegido la directora, Natalia Menéndez, historias del libro de Pirandello, Cuentos para un día, en el que se propuso escribir, durante todo un año, una diaria –se quedó en el camino, con casi 250-, enlazándo en esta función obras que nos enseñan su mundo y que conocemos bien en esa creación de un nuevo teatro. Lo ha llamado Tantas voces, un precioso titular para los cinco cuentos: La casa de Granella, El hombre de la flor en la boca, Limones de Sicilia, El certificado, y Alguien ha muerto en el hotel. Son páginas de fantasmas realistas con unos personajes que dejan conocer a Pirandello. Bajo su irónico humor, todos los relatos muestran la falsedad, la trampa y el abuso.
Comienza esta función con La casa de Granella, en la que ya reconocemos la injusticia de la legislación. La muerte es otro de los temas que aparece en el segundo título, El hombre de la flor en la boca; un personaje aparentemente jocoso que espera a su guadaña, una presencia en las obras dramáticas de Pirandello. Sueños que dedica también a la locura o la imposibilidad, que se muestran aquí en El certificado, o la frustración y la traición de amores, en los Limones de Sicilia. Es la observación cotidiana con la que el italiano crea relatos, día tras día, con su construcción desconcertante.
Los textos son un caramelo que ha adaptado al teatro Juan Carlos Plaza-Asperilla –una de las piezas, El hombre…, es en el original una brevísima escena teatral; por cierto, vimos el año pasado una representación mediocre, y menos mal que en esta ocasión se hace formidablemente-. Y mucho más aún: el regalo de los magníficos intérpretes. El público llega a interrumpir la función con inevitables aplausos, algo que no es nada frecuente en los estrenos. Hay momentos que permiten una gran lucidez, como a Fidel Almansa y a Jorge Calvo, en ese encuentro donde la flor es el violáceo tumor en la boca, una cercana muerte. Emociona la pérdida de un sueño enamorado en Los limones de Sicilia, que también tiene un final donde Lola Casamayor -con ella Antonio Zabálburu- consigue una formidable escena. José Luis Patiño obtiene –aquí está el loco-, de nuevo los aplausos. También estupendos el veterano Juan Ribó y la joven Lara Grube.
Son numerosos los personajes que hacen entre los siete actores, ante un decorado de azul mediterráneo, de puertas utilizables vivamente para los juegos; un fondo con la efectividad y el riesgo de la inundación en Alguien ha muerto en el hotel. Lo hace genialmente el gran escenógrafo D’Odorico; cómo no recordarle en otro Pirandello que se montó en 1985, Seis personajes en busca de autor. Juan Gómez Cornejo, el iluminador, le ayuda en este estupendo trabajo.
Responsable de esta puesta en escena, Natalia Menéndez ha mostrado inteligencia en sus ritmos, aprovechando la calidad de actores, y trasladando cada escena al mundo humorístico, dramático y burlador en esta obra. Es, sin duda, el perfecto montaje que ha conseguido la directora.
Enrique Centeno
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Autor: Luigi Pirandello: La casa de Grandella,
El hombre de la flor en la boca, Limones de Sicilia,
El certificado, Alguien ha muerto en el hotel.

Dramaturgia: Losé Cerlos Plaza-Asperilla
Intérpretes: Lola Casamayor, Antonio Zabálburu,
Jorge Calvo, Fidel Almansa, Juan Ribó, Lara Grube,
Jose Luis Patiño.
Vestuario: Marta Gómez.
Música: Luis Miguel Cobo.
Iluminación: Juan Gómez Cornejo.
Escenografía: Andrea D'Odorico.
Dirección: Natalia Menéndez
Teatro: El Matadero. (17.4.2009)

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