Idea y Dirección: Gustavo del Río.
Dramaturgia: Luis Andrés Gómez.
Intérpretes: Pedro Martín, María Toledo, Nicolás Gaude,
Natalia Narbón, Irene Ballester, Luis Andrés Gómez.
Vestuario: Charo Vicente.
Escenografía: Manuel Enríquez.
Coreografía: Pablo Esbert e Irene Ballester.
Teatro: Cuarta Pared. (14.12.2011)
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La idea y la dramaturgia –Gustavo del Río, Luis Andrés Gómez-, muestran sus sensaciones, sus versiones o situaciones sobre la actualidad. Es una especie de imposibilidad, un lamento ante el final del mundo. Son los vencidos antes de empezar a nada. Este es una especie de mundo infinito, de tiempo desconocido y de velocidad ignorada. En sus vídeos –se utilizan en muchos momentos- nos enseñan imágenes de física matemática de líneas espirales que señalan difíciles formas de movimientos; son impresiones que no podemos relacionar, y que nos dejan en lo misterioso. Hablan también del Caos. O del No.
En esta visión, la joven compañía desarrolla la función entre el pesimismo y el anuncio del final fracasado. La escenografía divide las acciones en cuatro espacios. Uno de los actores –todos hacen un estupendo trabajo- dialoga con sí mismo, y lo explica al propio espectador con la sala encendida; en otro lugar, veremos una habitación con abundantes libros apilados, que al curioso personaje no le sirven apenas de nada; en una leve aula de clase, discuten dos alumnas –uniformes de colegio privado- sobre temas que –por nuestra culpa- no hemos terminado de entender, exactamente, qué es lo que provoca tales gritos: son notables las dos actrices; y el cuarto lugar, junto a una cama, muestran sus personajes el permanente pesimismo.
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En el vídeo, de generosa pantalla, lo que más inquieta es un gran ojo cuya pupila observa, pestañea, vigila, tal vez anuncia el final: serán imágenes de la destrucción, con edificios que van derrumbándose. Y, al mismo tiempo, suena –fuerte sonido- la canción operística conocida y estremecedora: “Una furtiva lágrima/ brotó desde sus ojos. Aquellas alegrías de jóvenes/ parecieron ser envidiadas” (Una furtiva lagrima/ negli occhi suoi spuntò. Quelle festose giovani/ invidiar sembrò). Ha querido esta compañía transmitirnos el fin del mundo. No había posibilidad de salir de la decadencia.
Es una buena función, aunque las comunicaciones o diálogos son muy escasos. Y los intérpretes lo hacen brillantemente.
Enrique Centeno
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