Autor y dirección: Tiago Rodrígues.
Intérpretes:
Cláudia Galiola, Paula Diogo, Tiago Rodrigues,
Tónan Quito, Alexandre
“Talhihnas”.
Escenografía, vestuario e iluminación: Madna Bizarro.
Vídeo:
Bruno Canas, Tiago Rodrigues.
Teatro:
Cuarta Pared.
(Festival de Otoño en Primavera,
Madrid)
(18.5.2012)
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Fotos de Magda Bizarro |
¿No se espera ya de nada?
Esta ventana alude,
fundamentalmente, a una gran pantalla con el telediario de la televisión
–tomada, sobre todo, de Televisión
Nacional portuguesa-, cuyos reportajes se refieren a la realidad, sobre todo, en
manos de periodistas muy discutibles. (Para quienes podemos ver esta ventana en la
ciudad de Madrid, es la definición de la visión de la mentira, del poder y de la falsedad que soportan y
asumen los esclavos o periodistas. El autor de esta obra,
crítica y dramáticamente hermosa, se queda casi corto).
Tiago Rodrigues –autor,
también director y uno de los actores- ha querido, y conseguido, un drama
humorístico: entra las continuas carcajadas, bien sabemos que, en el fondo, es
la acusación y la conciencia de la realidad. Van pasando por la pantalla
realidades y sus visiones de acontecimientos, tales como el accidente en el
aeropuerto de Faro, que provocó una especie de Babelia en la que el caos
impedía saber a dónde se dirigían; una celebración religiosamente ostentosa, la reportera enfrentándose ante la
cámara con una abundante estupidez. Es la incomprensión o la imposibilidad.
Los diferentes reportajes y las entrevistas con dirigentes políticos, los vemos y escuchamos con los textos
en doblaje simultáneo de los actores –magníficos-, que irán centrándose en la
incomprensión, la ignorancia, o la justificación “sobre la nueva visión”: son igual
ministros o gobernantes. Cuánta indignación, mezclada con el sentido
humorístico, muestra esta atrevida obra. Escuchamos a estos tipos que coinciden
en el “No sabemos la nueva vía”, o la ya grotesca “Crisis verbal”. Son ellos
quienes levantan este consciente montaje. Un juego lingüístico, entre la
realidad y lo inverosímil, como hizo Raymond Queneau en su Ejercicios de estilo, con
la diferencia del autor francés: allí era la polisemia, el dominio semántico o
la heteronimia, que fue uno de los geniales procedimientos literarios.
Frente al desconcierto, perdidos,
o yendo hacia adelante o hacia atrás. Aparte
de las imágenes reales, se proyecta una autopista en la que los vehículos se mueven de espaldas, avanzan de nuevo, y
repiten su marcha; una eficaz idea de esta compañía portuguesa. Todo es un
disparate intrigante y seductor, que bien recuerda los relatos del irrepetible
Julio Cortázar.
¿Cómo terminará esta vision?
Será el silencio. El presentador de noticias no tiene nada que decir. El
espectáculo deja desconcertado al público; sin palabras, sin nada que decir
durante la prolongada pausa del presentador del telediario ante la cámara.
Los intérpretes abandonarán
el escenario, y allí permanecerá quien ha estado manejando la mesa de
audiovisuales. Irá tocando una guitarra eléctrica, atacando con sonidos rompedores y,
acompañado por grabaciones, la música, enérgica y fantasmal de Pink Floyd en la
Caída del Muro. El músico también se marchó: sobre la pantalla, únicamente se
podía leer, durante largo tiempo, una breve y sencilla frase: “¿Ya acabó?”. Fue
el mensaje final.
Enrique Centeno