Autor: Miguel de Cervantes.
Dramaturgia: Paco Ortega.
Intérpretes: Carlos
Domingo, Tomás López.
Escenografía: J. Ortega.
Vestuario: Ana Llena.
Dramaturgia y dirección:
Paco Ortega.
Lugar: Sala Triángulo.
(9.9.1999)
____________________________________
La mueca triste y jocosa de Cervantes
Era
el ñaque una modesta compañía compuesta
únicamente por dos hombres, y la dramaturgia que se ha hecho en esta ocasión
para los dos textos cervantinos, idea dos cómicos de la legua actuales que, sin
embargo, llevan en su repertorio una función de teatro clásico. Se les ha
averiado la furgoneta, se encuentran arruinados, y buscan en los textos
cervantinos su propio consuelo y esperanza, hasta el punto de improvisar una
representación en medio del campo y sin público. Semejante invención permite a
José Ortega, el director y autor de esta adaptación, un juego de teatro dentro
del teatro que utiliza para mostrar, con amargo realismo, las penas de dos
personajes que pasan de la desesperanza a la ilusión, del cansancio a la lucha:
el teatro como metáfora. Todo lo cual tiene mucho que ver con los textos
originales utilizados, donde Cervantes plasmó su más amarga visión del mundo
que le rodeaba.
El casamiento engañoso y El coloquio de
los perros, fueron concebidas por su autor para publicarse en un
solo volumen, como dos partes de una misma novela, y eso es lo que se ha hecho
aquí al adaptar ambos títulos para el teatro. Labor más agradecida en El coloquio de los perros, por su
agilidad de diálogos y la brillantez de las variadas situaciones que el perro
Berganza relata a su congénere Cipión.
Historias
donde Cervantes lanza su mirada realista, triste y jocosa, crítica y socarrona
que han hecho que este Cipión haya sido considerado por la crítica como su
sosia. En este sentido, el juego ideado retoma y proyecta el propio discurso
cervantino, con inteligencia y rigor en los personajes que, como actores, se
encuentran igualmente desamparados y maltratados en su propio mundo.
El
espectáculo, por lo demás, es una delicia de imaginación estética y de juego
escénico. Sus dos únicos actores protagonistas de las dos historias, se
multiplican sabiamente en transformaciones divertidas y ocurrentes, o se sirven
con gracia de muñecos a los que manipulan, y con los que dialogan. Se utiliza
así la técnica del guiñol, como también la del circo, sobre todo al convertir a
los dos perros en una especie de clowns
de narizotas, gestos y miradas de payasos. Y la escenografía ofrece también
posibilidades muy ricas para el juego y para las apariciones casi de
prestidigitación.
Para
semejante trabajo –tras el que se adivinan muchas horas infatigables- se ha
contado con dos excelentes actores, Carlos Domingo y Tomás López. Hace, el
primero, un excelente protagonista de El
coloquio de los peros, y, en alguna de sus transformaciones –la de
Estefanía Campuzano, de El casamiento
engañoso- verdaderamente hilarante. Tomás López es un actor seguro e
igualmente versátil, y su personaje de fanfarrón-timador –ese bravucón de
pacotilla, de quien a Cervantes gustaba burlarse- alcanza espléndidos momentos.
Posiblemente, la dramaturgia hubiera
podido aproximarnos más a aquella mirada cervantina a nuestros días; puede que
sean insuficientes los paréntesis utilizados (el paso de la representación real
a la ficticia), pero en cualquier caso nos encontramos ante uno de esos raros
trabajos donde una compañía modesta hace a un clásico con rigor y sabiduría.
Así lo entendió el público del estreno, que aplaudió muchísimo al final,
obligando a los actores a saludar muchas veces, y agradecer al público, con
gestos, que soportó el inhumano calor al
que le somete la Sala Triángulo.
Enrique
Centeno
No hay comentarios:
Publicar un comentario