domingo, 3 de mayo de 2009

Retablo de la avaricia,la lujuria y la muerte

Hace ahora diez años, se estrenaron, en el Centro Dramático Nacional (CDN), unos desastrosos esperpentos: Ligazón, La cabeza del Bautista y Las galas del difunto. Fue todo tan malo, que hemos querido olvidarlo. Lo que sí recordaremos siempre, será el espectáculo impresionante que dirigió José Luis Gómez, inaugurando “su” teatro de La Abadía en 1995, y que fue repuesto cuatro años después. (Como es natural, volvimos a verlo).
Presenta el CDN un nuevo montaje del Retablo. Hay que reconocer que uno asistió con algún miedo. Al salir, el temor era ya una indignación. Dos de los directores piensan transformar al autor gallego sintiéndose geniales. Es muy tópico ese dicho de “si se levantara […] de la tumba…” Lo que sí podemos asegurar es que Valle-Inclán, conociendo el teatro de su tiempo, afirmó: “Yo nunca trabajaré con actores españoles”. Naturalmente que se refería a aquel pobre teatro; ya no existe, a no ser que se ponga en manos de fantasmas directores.
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Ligazón *

Es frecuente representar a Valle-Inclán incluyendo las acotaciones, una riqueza poética que se quiere aprovechar. El genial director español José Luis Alonso Mañes (1924-1990), -entre nosotros quizá el más importante del siglo XX- hace ya cuarenta años que lo inventó en el Teatro María Guerrero. Es lo que ha querido hacer la directora Ana Zamora. Lo que ocurre es que las bellas acotaciones las hace el autor para hablar en sus páginas al director sobre la ambientación y explica claramente la escenografía; solo un gran director puede conseguir incluirlo. Zamora ha abandonado el encargo del autor y, además, ha prescindido de elementos escénicos. Hay únicamente, en el centro, una pequeña pila de agua encastrada en el suelo y, naturalmente, el carro del afilador. Lo hace al desnudo. Los personajes se trabajan bien, pero sus intérpretes están perdidos en el aire; resulta difícil que nos tensen en esta tragedia dramática.
En el título de esta obra, indicó el escritor, en subtítulo, Auto para siluetas. Se trata de un Acto, no de un Auto religioso, que no parece querer distinguir esta directora de su línea de montajes que ha hecho maravillosamente -Autos sacramentales, Auto de los Reyes-. Ligazón se produce en ese ventorro, el lugar de una casona –se reconoce aún- junto al camino, para el descanso, o el refugio de los viajeros con sus animales. Y allí, con su carro de trabajo, llegará a la nocturnidad el Afilador: encuentro con la hambrienta libidinosa de la Mozuela. No se ha querido obedecer. Una estupenda iluminación –Alberto Faura- consigue crear la tenebrosidad de este acto de pasión y muerte. Pero resulta insuficiente para las apariciones encubiertas tras paredes, puertas o ventanas, que Valle-Inclán señala con precisión. Las últimas escenas se representan en sombras chinas en un el telón de fondo, y de nuevo se comete el error. Lo que quería el escritor era las siluetas entre tinieblas. Las sombras chinas pueden ser bonitas, jugueteando con las tijeras brillantes para la muerte. Finalmente, el drama no produce la continua emoción.
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Autor: Ramón María del Valle-Inclán.
Intérpretes: Manuela Paso, Gloria Muñoz,
Elena Rayos, Iñaki Ricarte.
Escenografía: Jean-Guy Lecat.
Iluminación: Albert Faura.
Dirección: Ana Zamora.
Teatro: Valle-Inclán. (CDN)

(30.4.2009)
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La cabeza de Bautista
Tras Ligazón, continúa el espectáculo del Retablo con el Melodrama para marionetas. Otra nueva decepción. El director ha situado la obra de Valle-Inclán en los años 60, y la barra de la taberna se convierte en un decorado de colores con un diseño chic. En este escenario se se encuentra el conjunto de intérpretes, formando un grupo musical que consiguió recordarnos a aquellos que cantaban, con imitaciones, temas de dudoso gusto, y cuyos discos son casi siempre horteras. Una burla. Hacen una animada coreografía de aquellas exhibiciones tan brillantes como horteras. La palabra “limón” es utilizada dos o tres veces en las acotaciones de la obra, lo justo para inventarse el inicio de la función con la animada canción de El limón, el limonero, entero me gusta más. No sabemos cómo escucharía aquí el barbas Valle-Inclán esta famosa canción –procedente de Sudamérica- con el ritmo pop de la “canción del verano”; no recuerdo si el éxito fue de Julio Iglesias o de un conjunto tipo Fórmula V. La verdad es que esta canción tiene gracia para burlarse de aquel tiempo, y entre carcajadas adivinábamos que no íbamos a ver ninguno de los esperpentos. Hay otras canciones introducidas en la obra, como el medio himno reaccionario –lo inventaron los falangistas- de Gibraltar, y vemos sobre el mostrador la bandera española –termina cayéndose-, recordándonos que, efectivamente, estaba en la lejana obra de La cabeza del Bautista. También aparecen otras músicas –a la guitarra- como el Guajira Guantanamera: creo yo que también era ésta una relación que al director, Alfredo Santol, le surge por el personaje Don Igi, el indiano, y que hace disfrutar al buen actor Juan Codina. Los ensayos debieron ser la leche. La verdad es que tanta cita con las músicas es demasiado, pero quizá es la forma más sencilla de juzgar el resultado.
Son tan divertidos estos intérpretes, que nos dan ganas de viajar a Cádiz para ver los carnavales. A este teatro más innovador lo han empujado al ascensor para mandarlo al piso bajo. El montaje pretende subirse hasta el mismísimo cielo. Si no le gusta, no sabemos porqué lo hace. Porque se dirige bien a los actores, brillantes, especialmente en la última escena, terrible y jocosa, con Pepona. Estupenda Lucía Quintana, eso sí, en su pantaloncito corto y camiseta, -pobre vestuario- , cara a cara con Don Igi y la posterior llegada de Jándalo, con el también estupendo Juan Antonio Vázquez.

    La cabeza del Bautista es la transformación del gallego a la historia bíblica, cambiando la bandeja de la cabeza por una afilada y sangrienta la bandeja deberían servirse instrucciones para un montaje de los esperpentos.__________________________________

Intérpretes: Juan Codina, Lucía Quintana,
Juan Antonio Lumbreras, Pablo Vázquez.
Escenografía: Lecat.
Vestuario: Ikerne Jiménez.
Dirección: Alberto Santol.
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1 comentario:

María Moreno dijo...

Merece la pena no perder el tiempo comentando La rosa de papel, fue vergonzoso.