miércoles, 13 de octubre de 2010

El alcalde de Zalamea *

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Autor: Calderón de la Barca.
Adaptación y dirección: Eduardo Vasco.
Intérpretes: David Lorente, Ernesto Arias, Miguel Cubero, Peoa Pedroche,
Pedro Almagro, Joaquín Notario, Alejandro Saa, David Boceta, Eva Rufo,
Isabel Rodes, José Luis Santos, Alberto Gómez, Jose Juan Rodríguez,
Eduardo Aguirre de Cárcer, Alba Fresno.
Escenografía: Carolina González.
Iluminación: Ángel Camacho.
Selección de vestuario: Lorenzo Caprile.
Teatro: Pavón (CNTC). (6.10.2010)
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Pasa de nuevo a la programación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), El alcalde de Zalamea. La ha montado ahora, y adaptado, Eduardo Vasco. “Mirad que echado en el suelo/ mi honor a voces os pido”, son dos de los versos en los que el alcalde, Pedro Crespo, ruega pagar la violación.
    Para este drama, el más conocido de Calderón junto a La vida es sueño, la CNTC invitó a José Luis Alonso (1924-1990), uno de los más grandes directores, que creó un montaje impresionante en 1988 -con la versión de poeta Francisco Brines- en el teatro de La Comedia (su escenario habitual, hasta ser trasladado al modesto e insuficiente Pavón. Se dieron como razones la necesidad de reforma, y no ha vuelto a funcionar, desde hace diez años, ante la lista de inútiles directores del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música hasta el día de hoy). Siguió la fatal puesta en escena de Sergi Belbel en 2001, y que preferimos no recordar.
   A este Alcalde, el excelente actor Joaquín Notario lo ha convertido, o así lo ha mandado el director, en un personaje ingenuo, gracioso, bien lejos de su carácter y disimuladamente rígido, que utilizará para la ironía llegando a oponerse al poder. Muestra aquí un leve instinto de conocimientos e inteligencia, pero, en todo caso, durante gran parte de la obra se une a una especie de fingidor que domina los recursos de la comicidad. Si no fuese por la versificación de Calderón, aparecería en las escenas como un aparente tonto sonriente, chistoso al estilo de un Paco Martínez Soria. Nada que ver con aquel Crespo tan amante como ordenante, soberbio y justiciero. Y junto a ello, sus ironías y respuestas hábiles, como en las escenas con el recién llegado noble y general, don Lope de Figueroa -lo hace el también estupendo actor José Luis Santos, aquí escaso y perdido por el espacio, como casi todos-, en un genial diálogo entre la sonrisa y la exigencia en la que Calderón muestra, como nunca, su encaje de bolillos en diálogos rápidos hasta pronunciar Crespo el tan conocido verso “Al Rey la hacienda y la vida…”
   Todo en una inexistencia escénica, con una cámara negra y un par de pequeños paneles que suben o bajan. La ausencia de elementos impide las acciones, incluso hasta no poder servirse la mesa en el almuerzo ofrecido al noble General, contento solo con un sencillo banco casero. Es el estilo de Vasco, que no pasa más allá de los propios actores. 
    Los destacados intérpretes (casi todo el reparto es ya habitual en diversas obras de la CNTC), obtienen diferentes resultados, dependiendo de las posibilidades en los propios montajes. Al engreído y cínico Capitán, Ernesto Arias le llega a convertir en un débil militar ansioso por poseer a la atractiva hija –Isabel-, tanto que hasta utiliza una cursi flor en la mano y otra en el corazón, hincándose de rodillas para intenta seducirla. Es una de las muchas escenas ridículamente montadas. Con ella se iniciará el drama de esta historia, tras ser raptada, arrastrada, violada y abandonada en los montes. Intentará regresar a la villa entre llantos de dolor, humillación y vergüenza por haber perdido aquel nombrado honor. Ni en esa escena difícil, ni en el encuentro con el padre, tampoco el director consigue el alcance de la fuerza dramática, a pesar de que la actriz, Eva Rufo, ha demostrado ya su talento, como en la dama de Las bizarrías de Belisa, precisamente una comedia de Lope donde el mismo director sí pudo triunfar.
     El personaje de La Chispa –Pepa Pedroche, también veterana-, alegrosa, acompaña al ejército con su vestuario masculino y bélico, cantando, animando a los soldados entre farsas y diversiones. Es divertida, ligera, ocultamente embarazada y muy cerca del soldado gracioso, Rebodello -que clava David Lorente-. De pronto se encara en una actuación provocativa ante los soldados y frente al público, exhibiendo su atractivo envuelto en sus melenas rubias, como una llamativa artista de cabaret.
    La venganza de Crespo condenando al garrote, asido a su vara de Alcalde, fue respetada por el Rey. Así volvió el hijo al alistamiento militar -Juan, que lo hace David Boceta- y enviada Isabel directamente al convento. Así se sintió feliz este padre, que además recibe del monarca el título de Alcalde Permanente. Claro que este Felipe II –Alberto Gómez- escucha y atiende en el centro del escenario, sin tener dónde sentarse o descansar: entró y luego se marchó como un fantasma negro.
Enrique Centeno

3 comentarios:

V dijo...

Estupenda la crítica. Vi la obra teatral el pasado jueves y reconozco estar de acuerdo en muchos de los aspectos que has comentado, aunque en otros me parece dura tu opinión, pues yo realmente disfruté mucho con la representación.
Eso sí, es sin duda alguna la mejor de las que he leído.

Muy buen blog, realmente interesante.
Gracias por la aportación.
Un saludo:

V

Elisa dijo...

Hola: Vi la obra el viernes pasado en el El testival del Siglo de Oro de Almería y francamente no me gustó nada. El recurso de que los actores permanezcan siempre en escena y que Vasco ya utilizó en "La estrella de Sevilla" resta magia al montaje. El contraste entre esa puesta en escena minimalista y el exceso de personajes deambulando sin coreografía alguna por el escenario me pareció de obra de colegio. Actores normalmente solventes como Joaquín Notario (que parece Ernesto Sevilla haciendo de gañán en "Muchachada nui"), Pepa Pedroche (demasiado gritona) y Eva Rufo (sobreactuada y fría) no consiguen levantar una función a la que a mi juicio le faltan brío, interés y emoción. En definitiva acabaron dándome igual las desdichas de Pedro Crespo y su ultrajada hija.

Elisa dijo...

Por cierto un saludo desde Almería.