jueves, 30 de junio de 2011

Roberto Zucco ***

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Autor: Bernad-Marie Koltès.
Intérpretes: Tristán Ulloa, Yolanda Robles, Myriam Gallego,
Manuela Paso, Raúl de Tomás, Javier Gutiérrez, Belén
González, Maximiliano Márquez, Margarita Lascoiti,
Marilyn Torres, Juan Carlos Moya, Javier Lago, etc.
Escenografía: Teatro del Duende.
Dirección: Jesús Salgado.
Teatro: Cuarta Pared. (11.1.2000)
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De nuevo con Koltès


Bernard-Marie Koltès
 Con el estreno de Roberto Zucco coinciden en nuestra cartelera dos obras de Koltès. En ambos casos, se ofrecen en teatros fuera del circuito convencional, una en el Círculo de Bellas Artes (En la soledad de los campos de algodón) y ésta, que hoy comentamos, en una de las más prestigiosas salas alternativas, Cuarta Pared. Esta doble circunstancia trae consigo, por fuerza, la repetida reflexión sobre la común cartelera, ocupada por el teatro que no afronta el menor riesgo, y que parece dormitar junto al viejo espectador.
    Roberto Zucco fue estrenada, hace diez años, nada menos que por Peter Stein, en la berlinesa Schaübuhne, y está basada en un hecho real, como lo fue en su tiempo el mítico Woyzeck de Büchner. La referencia viene a cuento porque guardan una cierta similitud, ya que ambas echan una mirada al marginado, al perseguido y condenado, intentando averiguar qué hay tras él, qué biografía oculta le ha llevado a la situación del crimen –Woyzeck asesinó a su mujer-; Zucco, a su madre y a él mismo, suicidándose desde el tejado de la prisión, tras entregarse a la justicia- y por qué su conducta cotidiana –en ambos casos anda la milicia por medio-, porque el de Büchner era soldado y éste también lo es-, y ¡está teñida de violencia.
    Esta es una obra bronca, dura en su lenguaje, en sus formas, en sus situaciones. Montaje difícil, de largo reparto, y con la que la nueva compañía Teatro del Duende irrumpe con mucho riesgo y excelentes resultados. Especialmente en lo que se refiere a la estupenda dirección de Jesús G. Salgado y la actuación coral de un equipo disciplinado, riguroso y más que correcto. La puesta en escena, difícil por su escenografía, sus movimientos colectivos, su trágica ambientación, se resuelve bien a pesar de las naturales limitaciones de la sala, y se sigue con conmoción y una permanente sorpresa hacia cuadros que logran una plástica emotiva, bella e impactante.
Enrique Centeno

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