viernes, 1 de julio de 2011

Misericordia ***

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Autor: Benito Pérez Galdós.
Versión de Alfredo Mañas.
Intérpretes: María Fernanda D’Ocón, Francisco Hernández,
Lola Trujillo, Teófilo Calle, Carmen Segarra, etc.
Escenografía y figurines: Manuel Mampaso.
Música: Manuel Díaz.
Puesta en escena: José Luis Alonso Mañés.
Revisión de Manuel Canseco.
Teatro: Albéniz. (21.3.2001)
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Aquel montaje memorable

Este fue uno de los grandes montajes de José Luis Alonso Mañés (1924-1990), el director de escena que más contribuyó a dignificar y hacer avanzar nuestro teatro. Se trata de la versión teatral de Misericordia, ese retrato social de Galdós, que llevó a cabo Alfredo Mañas, quien también se nos fue hace unos meses. En el reparto de entonces figuraba María Fernanda D’Ocón, que hoy ha vuelto incombustible y magistral haciendo la entrañable “Señá Benina”, después de casi tres décadas. Con ella estaba, en el María Guerrero, un plantel de lujo con aquellos grandes actores que fueron yéndose. Hoy, el montaje -que también fue realizado para televisión-, lo ha retomado Manuel Canseco reproduciendo fielmente el trabajo del viejo maestro. El resultado es impecable, y la noche del estreno, al que asistieron muchos intérpretes todavía supervivientes, tenía algo de ceremonia, de recuerdo, de nostalgia.
Benito Pérez Galdós (1843-1920)
    Lo que significaban aquellos trabajos de José Luis Alonso lo sabemos todos. Los que tuvimos la suerte de ver Misericordia y tantas y tantas de sus puestas en escena, siempre rompiendo la monotonía, siempre levantándose frente a la mediocridad. En su interés por la renovación, no es seguro que el gran director, siempre inquieto, hubiera querido reponer esta obra tal cual. Hay en ella procedimientos escénicos que entonces sorprendían; formas de iluminar, concepciones estéticas e interpretativas, toda una semiótica innovadora, audaz. Del mismo modo que Fritz Lang no haría hoy Intolerancia como entonces, ni Orson Welles repetiría Ciudadano Kane, puede pensarse que, treinta años después, Alonso hubiera cambiado su Misericordia. Son rodeos que da el crítico para, al final, afirmar, sin desdén alguno, que es un espectáculo que se ha quedado viejo. Por fortuna, porque gracias a creadores como éste, nuestra escena ha podido seguir avanzando y hallando nuevas fórmulas superadoras.
Enrique Centeno

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