martes, 18 de octubre de 2011

Una conversación en la casa de los Stein sobre el ausente señor Von Goethe ***

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Autor: Peter Haks.
Traducción de Carmen Gómez, Georg Pichler.
Versión de Juan Margallo.
Intérpretes: Petra Martínez, Juan Margallo, Theodora
Carla (violín), Rodrigo Díaz (violonchelo).
Escenografía y vestuario: Rafael Garrigós.
Dirección: Juan Margallo.
Teatro: Círculo de Bellas Artes. (17.11.1999)
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Retrato de una pasión

Goethe vivió en Weimar durante una década. Tenía entonces 25 años y llevaba ya consigo los primeros manuscritos de su Fausto. También alguna pasión sentimental a sus espaldas, de la que siempre se evadía en su inconstancia amorosa. Lo que su biografía cuenta en este Goethe es la relación con una dama casada, la señora Stein, de la que se alejó para viajar a Italia y a la que volvería a ver a su regreso, diez años después. Lo que el gran dramaturgo alemán Peter Hacks imagina, es la memoria de esta mujer tras la separación.
    Si hubo o no un verdadero idilio entre ambos, es seguramente lo que menos interesa. Le importa al marido de la señora, que un buen día le interroga al respecto: ella le lleva a una antigua estancia de la residencia, y allí le habla de aquella relación, a corazón abierto. Él no entenderá nada, y de hecho es como una figura inexpresiva, una máscara alejada de las confidencias y de las sentimentales confesiones de ella, cuya sensibilidad parece estar a años luz de las del marido. Y asistimos entonces al retrato interior de los sentimientos de una mujer cuya psicología y sensibilidad conmueven profundamente al espectador.
    Ella sabe del genio de Goethe, le comprende, le ama y le fascina aun sabiendo que se trata de un ser especial, alguien que vivirá siempre, en tanto que ella sólo podrá hacerlo mientras permanezca en este mundo. Es imposible no amar a un genio, asegura, y en sus recuerdos se mezclan los reproches a la frialdad, o la ternura del escritor, con una incontenible felicidad por el privilegio de haberle comprendido. Es un amor que apenas espera nada, aunque un hálito de esperanza brille al final en la descorazonadora carta que él le envía desde Italia.
    Lo que importa es el retrato íntimo de esta Charlotte von Stein, su mundo interior y el descubrimiento de una clase de amor que, según expresa Hanck, sería imposible concebir en un hombre. Monólogo de honda ternura, de inteligente pasión, de profunda comprensión en un mundo en que la mujer era apenas poco más que un objeto de salón. El texto es una reflexión emotiva e inteligente en la que el personaje femenino crece y se agiganta junto a la figura evocada del autor de Werther.
    Se agiganta sin descanso, también, Petra Martínez, una actriz que durante hora y media muestra los mil matices del complejo personaje. De la reivindicación al desmayo; de la pasión a la consciente realidad; de la rebelión a la sumisión; de la esperanza al abatimiento. Un recital en el que la gran actriz transmite las muchas caras del personaje metiéndose en su piel y desentrañando su personalidad.
    El convidado de piedra, es decir, el marido, es Juan Margallo, que ha dirigido la función mimando los ritmos, las pausas, la ambientación cuidada, y los movimientos de la Petra. La preciosa escenografía y el vestuario, las ilustraciones musicales, en vivo, colaboran a crear una atmósfera para la reflexión y para el retrato de una mujer a la que se llega a amar y a admirar.
    El espectáculo tuvo su origen como homenaje a Goethe en su 250 aniversario. Cumple su objetivo, desde luego, pero es, sobre todo, el reconocimiento a un sentimiento grandioso, esa utopía que habla del alma femenina y que los hombres quisiéramos que existiese. Bueno, el teatro es también, entre otras cosas, ficción.
Enrique Centeno

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