miércoles, 23 de noviembre de 2011

Carmen ***

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Autor: Salvador Távora.
Intérpretes: Lalo Tejada, El Mistela, Ana Peña,
Nuria del Rocío, Crmen Vega, Marco Vargas,
Antonio Delgado, Amador Rojas, J. de la Puerta,
Manuel Berraquero, Joaquín Amaya.
Banda de cornetas y tambores Santísimo Cristo
de las Tres Caídas.
Compañía La Cuadra.
Dirección: Salvador Távora
Teatro: Albéniz. (12.10.97)
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"Carmen", la de Salvador Távora

Hay una mujer en este espectáculo, de nombre Lalo Tejada, que turba la mente y los sentimientos. Así es imposible hacer una nota crítica supuestamente objetiva. Es Carmen, la cigarrera, y su danza heterodoxia, sus movimientos y pasiones corporales, su poética obscenidad, su pecaminosa pureza, hace entender la leyenda de aquella andaluza de la historia y la memoria.
    Para empezar, es lo primero que Salvador Távora nos brinda: una diosa capaz de desencadenar la locura y la tragedia. Y para ello, monta una coreografía hermosa, provocativa y dulce, Que posiblemente llega al paroxismo total, en una escena cumbre, aquella en la que danza con y contra el bonito caballo, en cabriolas y mutuas, que simbolizan la seducción y el acto amoroso con su jineta.
    Esta Carmen lleva como subtítulo “Ópera andaluza de cornetas y tambores”. Su andalucismo es es más que evidente, con diversos cantes, con espectaculares bailes y toques. También está presente una gran banda de cornetas y tambores, y tales elementos los explota Távora con esa sensibilidad poética que busca, continuamente, la imagen conmovedora o emocionante, y que no repara tampoco en trucos para subrayar, acrecentar emociones, aunque sea a costa de aberraciones, como amplificar los micrófonos, los pateados (todos van con micrófonos), porque nuestro director adora los decibelios, el estruendo auditivo).
    Respecto al carácter de ópera, la cosa parece dudosa. En esta ocasión, La Cuadra prescinde de una sola palabra hablada, pero sus textos cantados son exclusivamente épicos, narrativos –una excepción al final, de carácter simbólico-, y más bien, el espectáculo podría encuadrarse en el género de la pura danza. Lo cual no tiene la menor importancia, desde luego, pero puede ser un camino que limite el el discurso ideológico, y eso sí marcaría un cambio en esta compañía, desde el mítico Quejío hasta el Picasso andaluz.
Enrique Centeno

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