sábado, 23 de junio de 2012

Chiquillada **

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Autor: Raymond Cousse.
Versión de Juli Leal.
Intérprete: Santiago Sánchez.
Escenografía: Dino Ibáñez.
Dirección: Rymond Cousse.
(Compañía Imprevis 
Teatro: Alfil. (21.3.2000)
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Charlas de un niño

Marcelino es un niño fisgón que lo ve casi todo a través de los ojos de las cerradu- ras. De sus visiones ob- tiene imáge- nes, y com- portamientos distintos a los que el público es- cucha, y a la moral que se le trata de impartir, desde los distintos ámbitos, del poder (la familia, el maestro, el Estado). Y cuenta esas contradicciones, con una inocente perversidad. Es un Manolito Gafotas, para entendernos, pero mucho más cáustico, cruel, escatológico, ácrata.
El actor –adulto-, debe someterse a un trabajo muy singular, el de imitar a ese chiquillo, lo cual obliga a un estilo infatiloide que se contradice, en parte, con las cosas que el cuenta. Y, sobre todo, debe evitar el peligro de un cierto soniquete, para evitar la monotonía. No lo consigue Santiago Sánchez, o al menos no completamente, y hay momentos en los que cansa su estilo. También el texto, que se estrenó hace una década, y que en Madrid se vio en dos montajes diferentes en salas alternativas. Éste lo dirigió personalmente su autor, Raymond Cousse, el dramaturgo francés ya desaparecido, autor de otro éxito sonado, EL cerdo.
Da la impresión de que, con los años, o quizá con el crecimiento de una escena audaz, en los temas que se tratan, la obra acusa cierto envejecimiento. Lo cual no significa que haya perdido su valor dramático, su excelente escritura –muy bien versionada, ni toda su eficacia crítica, a juzgar por la reacción del público del estreno. Que aplaudió mucho al único actor, cuyo esfuerzo evidente debía ser recompensado.
Enrique Centeno

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