
Sus conversaciones producen un ingenioso humor que el autor crea –Josep Linuesa-, y que ellos lo ignoran. Rick, desesperadamente busca cada día un nuevo trabajo. Los había perdido siempre por su complicada conducta, su violencia en la simplicidad. Tan bobo, que aspira a colocarse como guardaespaldas. No podemos frenar las risas ante este buenazo ignorante, absurdo en su marginación. Es, sin embargo, el salvador de Edu, aislado entre su casa, el descansillo y el rincón solitario del sombrío sótano, esos pequeños metros cerrados entre viejas paredes.
Posee esta mezcla entre la comicidad y el drama: dos personajes perdidos que, a medida que avanza la obra, nos van alejando de las sonrisas, para provocar , finalmente, un final de silencio y muchos aplausos.
Son personajes que nos rodean, no fantasías de una sencilla imaginación. Un cierto estilo que nos recuerda al teatro británico. El autor ha dirigido también esta función, muy bien construida a pesar de cierta pérdida en la mitad de la obra, que recupera enseguida con talento.
Enrique Centeno
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Autor y dirección: Josep Linuesa.
Intérpretes: Manuel Brun, David Sánchez.
Escenografía: Rafael Delgado.
Teatro: Galileo. (18.2.2009)
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