jueves, 12 de abril de 2012

El casamiento engañoso y El coloquio de los perros ***

______________________________

Autor: Miguel de Cervantes.
Dramaturgia: Paco Ortega. 
Intérpretes: Carlos Domingo, Tomás López.
Escenografía: J. Ortega.
Vestuario: Ana Llena.
Dramaturgia y dirección: Paco Ortega.
Lugar: Sala Triángulo. (9.9.1999)
____________________________________


La mueca triste y jocosa de Cervantes

Era el ñaque una modesta compañía  compuesta únicamente por dos hombres, y la dramaturgia que se ha hecho en esta ocasión para los dos textos cervantinos, idea dos cómicos de la legua actuales que, sin embargo, llevan en su repertorio una función de teatro clásico. Se les ha averiado la furgoneta, se encuentran arruinados, y buscan en los textos cervantinos su propio consuelo y esperanza, hasta el punto de improvisar una representación en medio del campo y sin público. Semejante invención permite a José Ortega, el director y autor de esta adaptación, un juego de teatro dentro del teatro que utiliza para mostrar, con amargo realismo, las penas de dos personajes que pasan de la desesperanza a la ilusión, del cansancio a la lucha: el teatro como metáfora. Todo lo cual tiene mucho que ver con los textos originales utilizados, donde Cervantes plasmó su más amarga visión del mundo que le rodeaba.
    El casamiento engañoso y El coloquio de los perros, fueron concebidas por su autor para publicarse en un solo volumen, como dos partes de una misma novela, y eso es lo que se ha hecho aquí al adaptar ambos títulos para el teatro. Labor más agradecida en El coloquio de los perros, por su agilidad de diálogos y la brillantez de las variadas situaciones que el perro Berganza relata a su congénere Cipión.
    Historias donde Cervantes lanza su mirada realista, triste y jocosa, crítica y socarrona que han hecho que este Cipión haya sido considerado por la crítica como su sosia. En este sentido, el juego ideado retoma y proyecta el propio discurso cervantino, con inteligencia y rigor en los personajes que, como actores, se encuentran igualmente desamparados y maltratados en su propio mundo.
    El espectáculo, por lo demás, es una delicia de imaginación estética y de juego escénico. Sus dos únicos actores protagonistas de las dos historias, se multiplican sabiamente en transformaciones divertidas y ocurrentes, o se sirven con gracia de muñecos a los que manipulan, y con los que dialogan. Se utiliza así la técnica del guiñol, como también la del circo, sobre todo al convertir a los dos perros en una especie de clowns de narizotas, gestos y miradas de payasos. Y la escenografía ofrece también posibilidades muy ricas para el juego y para las apariciones casi de prestidigitación.
Para semejante trabajo –tras el que se adivinan muchas horas infatigables- se ha contado con dos excelentes actores, Carlos Domingo y Tomás López. Hace, el primero, un excelente protagonista de El coloquio de los peros, y, en alguna de sus transformaciones –la de Estefanía Campuzano, de El casamiento engañoso- verdaderamente hilarante. Tomás López es un actor seguro e igualmente versátil, y su personaje de fanfarrón-timador –ese bravucón de pacotilla, de quien a Cervantes gustaba burlarse- alcanza espléndidos momentos.
   Posiblemente, la dramaturgia hubiera podido aproximarnos más a aquella mirada cervantina a nuestros días; puede que sean insuficientes los paréntesis utilizados (el paso de la representación real a la ficticia), pero en cualquier caso nos encontramos ante uno de esos raros trabajos donde una compañía modesta hace a un clásico con rigor y sabiduría. Así lo entendió el público del estreno, que aplaudió muchísimo al final, obligando a los actores a saludar muchas veces, y agradecer al público, con gestos, que  soportó el inhumano calor al que le somete la Sala Triángulo.
Enrique Centeno

No hay comentarios: