martes, 23 de agosto de 2011

El fantasme de... la zarzuela **

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Autor: Ramón Paso.
Dirección artística y musical: Carlos Bofill.
Intérpretes: Raquel Esteve, Nicolás Romero, Pepe Sanz,
Juan Lombardero, Blanca Marsillach, Roxana Esteve,
David Zarzo, etc.
Escenografía y vestuario: Mara Recatero.
Teatro: Español. (12.11.2000)
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Casticismo para niños

Muchas son las versiones que se han hecho del que pasa por ser uno de los musicales más conseguidos de la historia, El fantasma de la ópera. Por eso no debe sorprender que el teatro municipal, el Español, tan castizo él, ofrezca la suya propia sirviéndose de Luisa Fernanda, La calesera o Los Gavilanes y transformando el título por El fantasma... de la zarzuela.
Ya avisamos el otro día, a propósito de un infame espectáculo infantil que se da en otro teatro, del peligro de una oferta teatral para los pequeños basada, generalmente en el oportunismo de las fechas que se nos vienen, y de la absoluta falta de rigor la mayor parte de las veces. Esta función posee, sin embargo, una estimable calidad, a pesar de que la idea en sí parece un dislate. Cuenta con un buen movimiento de actores, que cuentan con gracia las historias seguidas con entusiasmo por los pequeños.
    Probablemente, es mucho pedir que en la producción de un musical se utilicen los recursos propios del género, aunque hay precedentes en nuestra cartelera. Nos referimos a la servidumbre de una escenografía que debe aprovechar los elementos del montaje “para mayores” instalado en el escenario, o al hecho de que se carezca de orquesta, y la música y las canciones se ofrezcan grabadas previamente. Ese detalle, así como el aprovechamiento de partituras ya hechas, e incluso letras que remedan a los originales –fragmentos muy conocidos de nuestra zarzuela- restan sin duda cuerpo y ambición al montaje.
    Se ve todo con satisfacción, hay una indudable entrega de todos los intérpretes, que es preferible no señalar, porque se trata de una obra muy coral, hasta el punto de que son las escenas de conjunto –una quincena de actores- lo que resultan más brillantes y divertidas. Algún efecto escénico, alguna pequeña sorpresa plástica, y nada más. Lo justo para alcanzar el techo de la dignidad y la corrección.
Enrique Centeno

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